Por Víctor Hugo Michel
Antes de 2008, el hoy prófugo alcalde de Iguala, José Luis Abarca, vendía sombreros de palma y huaraches en un tianguis. Cuatro años después, seguía comerciando, pero lo hacía con oro. Fue entonces, convertido de forma inexplicable en un próspero empresario joyero, que inició una meteórica carrera política de la mano de Lázaro Mazón, precandidato del Movimiento de Regeneración Nacional a la gubernatura de Guerrero y secretario de Salud del estado.

