Por José Víctor Rodríguez Nájera (*)
La campaña electoral en Michoacán comenzó en enero pasado en el mismo instante en que el presidente Enrique Peña Nieto nombró a Alfredo Castillo Cervantes su comisionado especial para recuperar la estabilidad y la paz en aquella entidad.
Las cartas de Castillo radican primero, como subprocurador en el municipio de Cuautitlán Izcalli, después como procurador del estado de México; que saltó a la fama por su cercana amistan con el entonces gobernador Peña Nieto en el caso conocido como Paulette.
Antes de tener la representación del presidente de la República en Michoacán, pasó algunos días como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, donde tenía relevancia por los frecuentes operativos en diversa partes de la ciudad y en distintos sectores productivos, como el hotelero y las estaciones de servicio y distribución de gasolina.
Al ser designado a su nueva tarea en la región Purépecha del país –que ya cumplió su primer semestre– cimbró la estructura delincuencial en aquella región al consolidar amistad con los integrantes de las fuerzas comunitarias, quienes hacían frente a los grupos criminales, entre ellos los Caballeros Templarios.
Pero en su camino se encontró de frente con la familia Vallejo y amistades ligadas de manera directa con los Caballeros Templarios, incluso, entre el secretario de su administración, Jesús Reyna –que a la postre ocupó el cargo de gobernador interino—con el líder de este grupo delincuencia, Servando Gómez, alias “La Tuta”.
Ahora, uno de los delincuentes más buscados del país no es posible arrestarlo, a pesar de mantener los caminos de Michoacán un despliegue importante de efectivos de la Policía Federal, Ejército mexicano e infantes de la Secretaría de Marina-Armada de México.
El arresto de José Manuel Mireles –un líder de gran relevancia entre los grupos de autodefensa hoy extintos, luego de acusar a Castillo de proteger a los delincuentes entre ellos a La Tuta– puso un ingrediente extra en el entorno político de Michoacán.
Un grupo importante de académicos e intelectuales han señalado a Mireles como un hombre de palabra y congruente con su acción en contra de los delincuentes incrustados en aquella región del país, sin embargo, apareció un actor extra en esta trama, se llama Silvano Aureoles Conejo.
El también líder de la fracción del PRD en la Cámara de Diputados –y próximo candidato del Sol Azteca en aquella entidad—quiere a toda costa ser gobernador de esta frágil entidad; sin embargo, en su camino se interpuso el Comisionado Castillo, quien le recomendó a su amigo Peña Nieto no hacerle publicidad gratuita al perredista y evitar invitarlo a sus actos en Michoacán.
Esta acción provocó la furia de Aureoles Conejo, quien generó un berrinche que estalló durante una conferencia de prensa en San Lázaro, donde incluso pidió la renuncia de Castillo Cervantes, ya que consideró que no hace su labor y se dedica a la socialité.
Lo cierto es que Silvano Aureoles está excluido de seguir participando en actos públicos promovidos por la presidencia de la República en Michoacán, y tendrá que conformarse con algunos reflectores que podrían generarse en la Cámara de Diputados, que serán pocos mientras comienza el nuevo periodo ordinario en septiembre próximo.
* Periodista mexicano / @JoseVictor_Rdz



