Subvenciones millonarias sin la obligación de comprobarlas, gastos discrecionales y partidas secretas para los legisladores, así como para los grupos parlamentarios, forman parte de la “caja negra” en la que se ha convertido el Congreso de la Unión.
Es así que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, los gastos de las fracciones se manejan en opacidad.
La semana pasada, EL UNIVERSAL documentó cómo en un año a las bancadas en San Lázaro se les depositaron 225 millones de pesos bajo el concepto de “subvenciones especiales”, las cuales no se comprueban.

