Por Paola Ramírez | Reportera                                          

La tranquilidad de la mañana del 21 de febrero fue sacudida por la detonación de un arma de fuego al a interior de una de las aulas de la escuela secundaria “República de Chile”, de la alcaldía Iztapalapa.

Alumnos y maestros quedaron desconcertados al saber que un adolescente, había ingresado clandestinamente una pistola al aula y, en el momento que la manipulaba frente a otros de sus compañeros se detonó.

Uno de sus dedos –según testigos—sangraba profusamente y cundió el pánico entre sus compañeros y profesores.

Pero también detonó las “alertas” en la Ciudad de México donde este hecho no era aislado, ya que en otras hechas, en otros planteles, se había detectado que otros jóvenes habían intentado ingresar armas de fuego o punzo cortantes.

Los padres de familia –confesaron a Sociedad Noticias- la necesidad de reactivar el programa “Mochila Segura” que años anteriores se había aplicado en los planteles educativos, pero que una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación había suspendido porque “violaban los derechos de los menores.

Para los compañeros del joven lesionado este hecho “tenía el potencial de haberse convertido en una tragedia, pues el mismo alumno podría haberse lesionado más gravemente, o podría haber lesionado a alguna compañera o compañero, o incluso haber acabado con su vida, o la de alguna o algún compañero”

Pese a que las autoridades de la demarcación y de la propia Secretaría de Educación Pública han intentado minimizar el “incidente”, lo cierto que es este evento mostró la vulnerabilidad de los mecanismos o sistemas de seguridad de los planteles de la ciudad de México y de todo el país.

Este hecho no es aislado ya que este caso nos trae a la memoria eventos desafortunados como las masacres en planteles en los Estados Unidos o casos como el ocurrido, el 18 de enero del 2017, cuando ocurrió un tiroteo en las instalaciones del Colegio Americano del Noreste, en Nuevo León.

En ese colegio privado un estudiante de secundaria de 15 años de edad disparó un revolver calibre 22 contra una maestra y otros compañeros de entre 14 y 15 años, para luego dispararse él mismo, dejando un saldo de cuatro heridos y la muerte del adolescente que llevó a cabo el ataque.

Sin duda, estos hechos nos advierten que debemos tomar medidas que, sin violentar los derechos de los estudiantes, garanticen su seguridad. Es lamentable que las armas de fuego hagan presencia en las escuelas, por lo que debemos tomar medidas para erradicar este tipo de hechos y para ello se necesitará la participación activa de los padres de familia. –sn–

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