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Opinión | Que no le digan… | La columna política, ¿prostitución o muerte?

Unos días atrás me encontré con dos mexicanas que viven en EU.

Por Mario A. Medina

Unos días atrás me encontré con dos mexicanas que viven en EU. Una en Oregón y la otra en Chicago. Una en la Central Camionera del Norte y la segunda en Puebla. Ambas, en encuentros fortuitos. Cuando salió a cuento que yo era periodista de carrera me reclamaron el “por qué los periodistas atacan al presidente López Obrador, si ayuda tanto a la gente, a los más pobres, a las personas de la tercera edad”.

Una y otra, de diferentes formas, me echaron en cara las “mentiras de todos esos periodistas que se dedican a querer generar odio contra él”. Dos mujeres de poco más de 50 años, quienes muy jóvenes se fueron de mojadas en busca de una mejor vida a EU. Cada una por rumbos distintos regresan de vez en cuando a visitar a sus familias y a disfrutar a su país.

“Todos esos periodistas son unos mentirosos”, palabras más, palabras menos, coincidieron, igual para lamentar el “por qué le inventan al presidente que se infartó, que quedó paralitico, que está grave”. “¡No se vale”! me dijo una de ellas.

Efectivamente, cómo resistir al enojo y la molestia de la población en contra de los periodistas que aprovechan sus espacios y sus presuntos “prestigios”, cuando en vez de aportar información sustentada, validada, fuentes con nombre y apellido, con rostro, con cargo, utilizan ese mecanismo tan desprestigiado, tan manoseado, y nada, absolutamente nada profesional: “Fuentes que pidieron el anonimato”; “fuentes que pidieron no ser identificadas”, “fuentes confiables”.

Este recurso ha sido un instrumento de común uso de reporteros que “vuelan la nota”, ya sea por decisión propia o por que alguien les paga o los chayotean. “Hay como cosa tuya”. Esta era una frase muy usada por los jefes de prensa del PRI para “sugerirle” al reportero escribiera a favor o en contra de otro político.

No se diga, lo mismo pasaba y pasa con articulistas quienes también abusan del recurso. Desde luego que se pueden redactar notas, columnas o artículos a partir de una versión de alguien que nos pudo haber proporcionado información “verdadera” y nos pide no mencionarlo, pero el problema es cuando se usa como recurso constante para mentir, descalificar, para golpear políticamente.

Por supuesto, cómo olvidar aquel consejo que Carlos Alazraki le dio a Roberto Madrazo Pintado: “Mientras más mentiras, mejor te va”.

La columna política, recuerdo, entiendo, era, ya hace varias décadas, un espacio para incluir en forma muy resumida todas aquellas notas que, si bien no tenían, informativamente hablando, gran trascendencia, pero era mejor que no se arrojaran al cesto echas bolita. Por eso, mejor se iban a la columna. Después se fue trasformando y desde hace unos años, son espacios de “trascendidos” que muchas veces pueden ser ciertos pero muchas otras, es información manipulada, golpeadora, mentirosa “sobreteada”.

El evento de salud que le ocurrió al presidente López Obrador ha sido aprovechado por todos sus opositores de manera grosera a partir de generar odio como es el caso de Pedro Ferriz de Con, por sólo mencionar a éste.

Ha sido lamentable ver diversas publicaciones tanto de medios de comunicación que presumen ser “verdaderamente profesionales” como sus colaboradores que han divulgado información sin cumplir con rigor que debe tener toda nota periodística.

Estos días me morí de risa cuando leí a varios columnistas que daban cuenta del estado de salud del presidente. Todos tenían un misma persona o ente informante: “fuentes confiables”, quienes, por su puesto, les pedían no mencionar sus nombres. El mismo patrón.

Ya hemos perdido la estadística de cuántas veces han enfermado o enfermado gravemente al presidente. Cuando la segunda marcha “Al INE no se toca”, un “amigo” de Carlos Alazraki , le dijo que era evidente que el presidente estaba “muy mal”, se veía “muy mal” (porque) “hasta las manos le temblaban de coraje, tras llenar la plancha del Zócalo” y que pidió (el presidente) “le dieran unos calmantes”. Claro, el “amigo” de Alazraki tuvo dicha versión, gracias a “fuentes de Palacio Nacional”.

Ricardo Alemán es otro de los periodistas que tiene “fuentes de Palacio Nacional”. Ya son muchas las veces que lo ha enfermado de manera grave. Otras ocasiones ha publicado en su cuenta de Twitter: “¡Se los dije! Los médicos de Palacio están muy preocupados por el estado de salud de @lopezobrador_ Aquí las pruebas!”. Su prueba fue una foto donde se ve al presidente a un lado del gobernador de Nuevo León, con la mirada perdida. Así como se la gastan, la foto estaba manipulada.

Hace unas semanas, el 5 de abril pasado, Ana Elizabeth García Vilchis desmintió que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya sufrido un infarto el fin de semana anterior, como se difundió en redes sociales, desde luego por parte de opositores al gobierno. “La mentira señalaba que había sufrido un paro cardíaco en Palacio Nacional y que se le había realizado un cateterismo en un hospital militar”.

Hay otras versiones que quienes las leen, al identificar al emisor, pueden imaginarse que por su “prestigio político” son de amplia confiabilidad como es el caso de Porfirio Muñoz Ledo quien publicó: “Las enfermedades del presidente adelantan la crisis sucesoria y precipitan el colapso del régimen. Alerta mexicanos, contra un golpe de Estado silencioso”.

El que sí se debe de preocupar por su estado de salud es Carlos Alazraki, al menos porque ya se le olvidó el consejo que le dio a Roberto Madrazo Pintado: “Mientras más mentiras, mejor te va”. O sea, el mismo se acusó de ser un mentiroso, y luego se le olvida.

Tras lo sucedido al presidente en Mérida, Alazraki leyó un mensaje en su programa de Atypical TE VE que le envió un “amigo muy confiable” del que evidentemente se excusó no poder revelar su nombre:

“Dentro del círculo de Andrés, fuentes fidedignas informaron que Andrés tuvo un evento cerebro vascular, y que está internado en un hospital del Distrito federal. El jefe médico de una amiga, se lo comunicó a su mamá. Se lo trajeron de Mérida en avión militar. Lo están atendiendo de un evento cerebro vascular. Lo está atendiendo el jefe de mi amiga que es neurocirujano”.

Alazraki siguió leyendo: “Luego llegó un Twitter del Covid del presidente, pero esa no es la nota. Se rumora que le dio preinfarto con evento de cerebro vascular, o sea, hemiplejia, o sea, se le paralizó el lado derecho y se dice que citaron a todos los médicos, cardiólogos y neurólogos del hospital militar”.

¡Qué bárbaro Alazraki! ¡Qué capacidad para imaginar, para mentir! Su problema es que no le va bien al publicista. Ha mostrado ser un contumaz mentiroso. Allá los del PRIANRD si lo contratan para las elecciones de 2024.

Otro que usa a informantes sin cara, sin nombre y apellido, es Raymundo Riva Palacio. No es sólo en el caso del presidente. Constantemente habla de “trascendidos” y es común que no precise la fuente documental o personal que le proporcionó la “súper nota”.

Sobre el estado de salud del presidente, Riva Palacio tituló su columna “Tiene Covid e infarto”, y escribió: “Había demasiada especulación y también empezaba a trascender información. Desde el domingo había fuentes de calidad que señalaban que sí había tenido un infarto López Obrador”. Otra vez: “FUENTES DE CALIDAD”.

La columna política como género de opinión es un interesante instrumento informativo; no la podemos dar por muerta, pero lástima porque muchos se han encargado de prostituirla.

Que no le cuenten…

Retomo unas líneas de un texto que publicó el viernes el periodista Carlos Ramírez: “…el columnista Manuel Buendía hizo en 1984 una afirmación que ha adquirido dimensión teórica: “la comunicación es un elemento constitutivo del poder”.

“El caso de la tercera infección presidencial de COVID, a quererlo o no, se convirtió en un laboratorio de comunicación política estratégica: la información oficial, el estado de ánimo sobresaltado de la oposición y sobre todo el motor interpretativo en grado de pánico social de analistas y columnistas que, en términos vulgares, estaban cafeteando al presidente de la República inventaron una realidad paralela”.

*Periodista: @MarioA_Medina

Columna anterior: Los marchistas y Heberto Castillo

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