La diáspora africana en México, historia y diversidad religiosa
Por Paola Ramírez | Reportera
Los afromexicanos, presentes en todo el territorio nacional, han sido históricamente invisibilizados, pero su presencia en regiones como la Costa Chica y Veracruz destaca debido a procesos históricos.
Por dinámicas de movilidad, se ha registrado una interesante dispersión, como en el estado de México, donde la migración interna ha sido un factor relevante, afirmó la investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Citlali Quecha Reyna.
A pesar de ciertos estereotipos, precisó que la religiosidad de los afromexicanos no se limita a prácticas afroamericanas, sino que tiene una fuerte influencia del catolicismo ibérico, y se ha observado una creciente diversidad religiosa en la Costa Chica.
Diversidad religiosa
La Costa Chica, que va desde el puerto de Acapulco, Guerrero, hasta Huatulco, Oaxaca, se ha
caracterizado por ser un lugar de convivencia pacífica entre distintos credos.
A partir de la década de 1980, se ha registrado un aumento de iglesias pentecostales, adventistas, presbiterianos, Testigos de Jehová y mormones, enriqueciendo el panorama religioso de la región.
A pesar de ciertos estereotipos sobre prácticas afroamericanas, se ha comprobado que los afromexicanos tienen una fuerte impronta del catolicismo ibérico en sus actividades religiosas.
Visibilidad de los afromexicanos
Afromexicanos, históricamente invisibilizados, han emprendido una lucha por posicionarse en el debate público y ser reconocidos estadísticamente.
Según el Censo 2020, en México se reconocen dos millones 276 mil 213 personas como afromexicanas, representando un dos por ciento de la población.
Sin embargo, esta comunidad comenzó a contabilizarse a partir de 2015, gracias a la encuesta intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que permitió visibilizar su presencia en la conformación de la República.
Historia de la diáspora
La presencia de personas de origen africano en la región de la Costa Chica data del siglo XVI, cuando llegaron como esclavas para trabajar en haciendas ganaderas, algodoneras y otras actividades agrícolas.
A pesar de las condiciones adversas, esta diáspora africana logró su reproducción social, biológica y cultural durante siglos, generando formas particulares de vivir que se mantienen vigentes en la actualidad.
La Costa Chica se ha convertido en un reflejo de la diversidad cultural y étnica de México, precisó la investigadora de la UNAM. –sn–

