Vehículos atrapados durante horas, gasolineras desabastecidas y problemas logísticos desencadenan caos en Acapulco tras el huracán «Otis».
Por Ángel Verduzco | Corresponsal
Acapulco, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de México, se sume en el caos cuatro días después de la embestida del huracán «Otis». El Boulevard Vicente Guerrero, vital para la entrada y salida del puerto, está completamente colapsado, con vehículos varados durante horas mientras la gente busca desesperadamente alimentos y gasolina.
Los automovilistas enfrentan retrasos de hasta cuatro horas para recorrer un trayecto que normalmente toma minutos. Entre la multitud, se encuentran personas como la señora Araceli Gómez, quien teme que hayan saqueado su casa en El Cayaco, lo que la llevó a dirigirse a este caos vehicular en busca de respuestas.
Mientras el tráfico colapsa las calles, el Primer Batallón de Ingenieros del Ejército trabaja incansablemente para limpiar escombros y restos del huracán. Sin embargo, la magnitud de la devastación y la falta de camiones para transportar los desechos mantienen bloqueadas las vías de escape.
– Largas filas –
La situación se agrava por la inactividad del transporte público y la falta de bancos y hospitales operativos. Las gasolineras enfrentan largas filas de vehículos que buscan abastecerse, mientras algunos establecimientos cierran temprano debido a las amenazas de grupos delictivos que exigen pagos de protección.
La capital de Guerrero, Chilpancingo, también se encuentra abarrotada por cientos de personas que huyeron de Acapulco en busca de refugio. La alta demanda de alojamiento ha llevado a la saturación de hoteles, y algunos incluso advierten que no tienen habitaciones disponibles.
La falta de gasolina es otro problema que afecta a la región, ya que cientos de vehículos provenientes de Tecpan, Coyuca y Acapulco llegan a las estaciones de servicio en busca de combustible. Algunas gasolineras no abren hasta tarde debido a las extorsiones por parte de grupos delictivos.
Los militares que trabajan en las labores de auxilio también enfrentan dificultades logísticas. Deben regresar a Chilpancingo para pernoctar y abastecerse de gasolina, mientras algunos buscan comida en un entorno donde los restaurantes cierran temprano y la demanda es alta. –sn–

