Anuar Fernando González Amaya

Opinión | Cuatrocientos años del método científico: sus ecuaciones preconscientes

Lo que pasó en la mente de Galileo durante la instantánea creación del método científico.

Por Fernando González*

Galileo Galilei (1564-1642) habló de «observaciones sensatas» y «demostraciones ciertas», o «necesarias», de la matematicidad del universo, proclamada, tras años de estudio, en El Ensayador (Il Saggiatore, Roma, octubre de 1623): después de cuatro siglos, presentamos, ahora, el proceso mental por que Galileo, en aquella coyuntura, logró el hallazgo, el método científico, con el método, por nuestra parte, preconsciente o simbólico, desarrollado, durante la segunda mitad de la pasada centuria, por Carlos Bousoño, quien identificó la estructura anímica respectiva, que facilitamos (como ya hemos hecho, por otra parte, en otro espacio), a continuación, con el aviso de que Bousoño, en efecto, representó las ecuaciones preconscientes, simbolizantes, con un signo de igual entre corchetes, fuera de los cuales se encuentran los contenidos, emotivos, o semióticos, de la conciencia.

Planos conscientes y preconscientes del método científico

Empecemos por la visión (C) del mundo (A) del Barroco, que fue, de acuerdo con el análisis, y con las ecuaciones preconscientes sistemáticas, cosmovisionarias, expuestas por Bousoño en Épocas literarias (1981, cap. XX), la siguiente:

  • Realización de viajes transoceánicos y de magnos descubrimientos científicos, etc. (eficacia del raciocinio, del intelecto, de la mente humana, etc., por dondequiera) [=desvelamiento de la realidad por iniciativa humana = preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. =] emoción de «preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc.» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el renacentista, aunque inferior al inmediatamente siguiente, neoclásico).

O sea, esta ecuación: «A [= B = C =] emoción de C en la conciencia», que dio como resultado, después del foco primario, o individualismo, entre otros focos secundarios, «el aristocratismo», «lo superior», por el que a la sazón se desdeñó lo natural, lo ordinario, aledaños, limítrofes, a la vulgaridad, la medianía (caps. XXI y XXII), en la consideración, por supuesto, de la sociedad entera. Foco cuyo surgimiento, de tal modo, fue:

  • Realización de viajes transoceánicos y de magnos descubrimientos científicos, etc. (eficacia del raciocinio, del intelecto, de la mente humana, etc., por dondequiera) [=desvelamiento de la realidad por iniciativa humana = preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. =] emoción de «preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc.» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el renacentista, aunque inferior al inmediatamente siguiente, neoclásico) [= «aristocratismo», «escepticismo frente a lo natural», frente a lo dado =] emoción de aristocratismo, de escepticismo frente a lo natural, frente a lo dado, en la conciencia.
  • «A [= B = C =] emoción de C en la conciencia [= D =] emoción de D en la conciencia».

Foco desde el que, a decir verdad, Galileo confrontó las explicaciones precedentes sobre la naturaleza: cual nadie ignora, la filosofía aristotélica (teoría de las finalidades) y las Escrituras (motivo de la creación divina). Nociones (E) ya incongruentes, insuficientes, para un individualismo, el del Barroco, que buscaba la comprensión de aquélla con los datos concretos, cuantificables, de los fenómenos físicos, orgánicos e inorgánicos. Tal es la razón última, en suma, radical, de que Galileo denominara, a sus propias observaciones (G), «sensatas», esto es, objetivas. Procedentes, de tal modo, de la siguiente serie, definida por Bousoño en el capítulo veinte del libro (de la que omitimos las comillas para evitar la abundancia de éstas):

  • A [= B = C =] emoción de C en la conciencia (grado de individualismo) [= D =] emoción de D en la conciencia.
  •      Emoción de D en la conciencia + lectura del elemento E de la realidad objetiva histórica [= F =] G.

Ahora bien, desde las «observaciones sensatas» (G), Galileo pasó, repitámoslo, a las «demostraciones ciertas»: otro plano consciente, al que, sin embargo, le corresponde una letra distinta a la que, de seguirse un solo desarrollo asociativo, tendría. Es decir, en lugar de K, P, porque el análisis nos muestra, en efecto, dos planos conscientes intermedios («igualdad matemática» y «ley matemática»), que nos permiten conocer por fin la manera en que Galileo, de pronto, advirtió la transitividad, la sucesividad, de la naturaleza, gracias a las propiedades de las ecuaciones preconscientes, expuestas, por vez primera, por Bousoño en El irracionalismo poético (El símbolo) (1977), el segundo de los libros en que describe la irracionalidad del fenómeno, sobre todo, desde las metáforas simbolistas. Se sabía, en efecto, que entre las observaciones sensatas y las demostraciones ciertas el investigador establecía una hipótesis matemática, sobre el fenómeno físico respectivo; se desconocía, en cambio, la forma en que dicha hipótesis aparecía en la conciencia, que no es otra, según vemos, que un enlace preconsciente, simbólico, cuyo desarrollo, entones, si repetimos el proceso visto, es:

  • Realización de viajes transoceánicos y de magnos descubrimientos científicos, etc. (eficacia del raciocinio, del intelecto, de la mente humana, etc., por dondequiera) [=desvelamiento de la realidad por iniciativa humana = preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. =] emoción de «preeminencia del hombre sobre la realidad, engañosa, falsa, etc.» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el renacentista, aunque inferior al inmediatamente siguiente, neoclásico) [= «aristocratismo», «escepticismo frente a lo natural», frente a lo dado =] emoción de aristocratismo, de escepticismo frente a lo natural, frente a lo dado, en la conciencia.
  • Emoción de aristocratismo, de escepticismo frente a lo natural, frente a lo dado, en la conciencia + lectura de la filosofía aristotélica y de las Escrituras (en búsqueda de la causalidad, de la objetividad de lo natural, del agente respectivo) [= observación escéptica, independiente, de la tradición (errónea, equívoca) =] observaciones sensatas [= observaciones objetivas, que buscan la objetividad, la norma de la naturaleza = norma o pauta de la naturaleza =] emoción de norma o pauta de la naturaleza en la conciencia [= norma o pauta que siempre se repite, que siempre es igual, idéntica, a sí misma = igualdad siempre idéntica, fija, invariable, etc. = igualdad matemática ] = igualdad matemática y, por lo tanto, fórmula matemática [= fórmula matemática =] emoción de fórmula matemática en la conciencia [= relación matemática específica; por ejemplo, exponencial, o radical, o divisiva, etc. = ley matemática ] = ley matemática (del fenómeno físico en cuestión) [= ley matemática =] emoción de ley matemática en la conciencia (o sea, de ley natural) [= ley artificial, esto es, que puede comprobarse, reproducirse, artificial, intencionalmente, en taller, en laboratorio, en la Torre de Pisa, etc. = ley reproductible, demostrable = demostración, experimentación ] = demostraciones necesarias o ciertas, o experimentos probatorios (de la matematicidad hallada).

Por lo tanto, el siguiente esquema, súbito, instantáneo, como todas las ecuaciones preconscientes, aunque a Galileo, repetimos, le tomara años, décadas, determinarlo:

  • A [=B = C =] emoción de C en la conciencia (grado de individualismo) [= D =] emoción de D en la conciencia.
  •      Emoción de D en la conciencia + lectura del elemento E de la realidad objetiva histórica [= F =] G [= H = I =] emoción de I en la conciencia [= J = K = L ] = L [= L =] emoción de L en la conciencia [= M = N ] = N [= N =] emoción de N en la conciencia [= Ñ = O = P ] = P.

Tránsito vivido, hasta hoy, en todos los hallazgos sobre los fenómenos físicos. Factible, hacedero, durante el Barroco, porque la situación de éste (A) favorecía el enlace irracional correspondiente, que tuvo en Galileo, tenaz, célebremente, el medio idóneo, óptimo, para concretarlo.

Caída libre y órbita planetaria

La forma en que el propio Galileo, por ejemplo, halló el principio de la aceleración constante, o de la caída libre (ecuación para cuyo establecimiento nos basamos en Antiseri y Reale, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, II, 1995), fue, por lo tanto, ésta:

  • Caída de los graves [= mayor velocidad de éstos a mayor cercanía al suelo =] emoción de mayor velocidad de éstos a mayor cercanía al suelo en la conciencia [= aceleración constante ] = aceleración constante [= relación matemática directa proporcional entre la distancia recorrida y el tiempo trascurrido =] emoción de relación matemática directa proporcional entre la distancia recorrida y el tiempo trascurrido en la conciencia [= relación últimamente asequible a través de la medida del tiempo trascurrido, con toda probabilidad, en progresión cuadrática ] = distancias recorridas proporcionales al cuadrado de los tiempos [= distancias recorridas proporcionales al cuadrado de los tiempos =] emoción de distancias recorridas proporcionales al cuadrado de los tiempos en la conciencia (o sea, de progresión cuadrática natural) [= progresión cuadrática artificial (en un plano inclinado, por ejemplo) = diseño y producción de dicho plano (por el que rodarían, en efecto, esferas pulidas) ] = experimento del plano inclinado (en el que se utilizaron relojes de agua para medir el tiempo transcurrido entre los espacios dispuestos previamente en el plano: Dos nuevas ciencias, 1638).

Más adelante, aunque en la cosmovisión neoclásica, con una situación (A) distinta a la del Barroco (en la que se ha instaurado, no sin tribulaciones, por todos conocidas, la objetividad, la realidad del método científico), comprobada la matematicidad de la naturaleza, resultó innecesario ya proponer las observaciones sensatas, de las que, implícitas, tácitas, en el análisis, había dejado de dudarse: se empezó a proceder directamente con los dos planos intermedios entre aquéllas y las demostraciones ciertas, la igualdad y la ley matemáticas. Así, nos narran Antiseri y Reale, en el libro mencionado, que «al preguntarle Halley [a Newton] cuál sería la órbita de un planeta atraído por el Sol con una fuerza gravitacional inversamente proporcional al cuadrado de las distancias, Newton contestó: una elipse. Lleno de alegría Halley preguntó a Newton cómo lo sabía. Y éste le contestó que lo sabía porque ya había hecho los cálculos correspondientes». Cálculos marcados, sin posibilidad ya de retorno, por la abstracción de Galileo, ausente, aún, en las operaciones de Kepler. Y producidos, sin duda, después de la siguiente serie (en la que, bien mirado, la ley matemática precede a la igualdad matemática):

  • Velocidad inversamente proporcional al cuadrado de las distancias (la órbita de un planeta del sistema solar) [= velocidad inversamente proporcional al cuadrado de las distancias =] emoción de velocidad inversamente proporcional al cuadrado de las distancias en la conciencia [= mayor atracción a mayor acercamiento al Sol = acercamiento de la curva trayectoria al Sol = alteración consecuente de la curva trayectoria en forma elíptica = forma elíptica ] = elíptica (la órbita).

Abstracción que, desde entonces, de común acuerdo, define todas las áreas del conocimiento.

El salto cualitativo del método preconsciente

Por lo que no tendría por qué seguir dudándose, aún, de la existencia del inconsciente, lo mismo reprimido (objeto de la Sicología) que creador, genético (estudiado, únicamente, en rigor, por Bousoño), como hasta hoy, pese a las pruebas, ha ocurrido. Más todavía, debería empezar a verse que Bousoño, en realidad, dio el gran salto cualitativo individualista, cosmovisionario, de la Historia: la expresión del espíritu ―como antes, de la materia―, en la ecuación, la fórmula, originaria, anterior, independiente, a la razón, el discernimiento despierto. Inspirada, en efecto, por Galileo; detonada, desde luego, por Freud; culminada, pasadas unas décadas, por Bousoño, nacido, a su vez, hace un siglo (1923-2015).

* Periodista por la UNAM y filólogo por el Colsan @AFGAmaya

Anuar Fernando González Amaya
Fernando González

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