La limpieza étnica que pretende Israel en ese territorio palestino conllevaría la exportación del terrorismo de Hamás.
Por Jorge Santa Cruz
Cada vez cobra mayor verosimilitud la versión de que Israel no solo sabía del ataque de Hamás, sino que lo permitió.
El ex jefe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa del gobierno de los Estados Unidos, el teniente general retirado Michael Flynn, difundió la semana pasada que los servicios de defensa de Israel suspendieron sus operaciones durante siete horas el 7 de octubre de 2023, lapso en el que el grupo terrorista atacó al país judío.
En conversación con el periodista antisistema estadounidense Alex Jones, de InfoWar, Flynn agregó que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiere enviar a la población gazatí a refugios instalados ex profeso en Europa, Estados Unidos y África. Dijo, también, que el especulador George Soros está inmiscuido en este plan.
Hoy se sabe que el Ministerio de Inteligencia de Israel hizo circular un documento el 13 de octubre de 2023 -seis días después del ataque de Hamás– en el que proponía el «traslado» de la población de Gaza a otros países.
El 25 de diciembre pasado, Netanyahu declaró que la «migración voluntaria» saldaría el conflicto en Gaza. Cabe decir que -según las propias autoridades de Tel Aviv- el 85 % de la población de Gaza ha abandonado sus hogares debido a los ataques del ejército israelí. El número de gazatíes desplazados se estima en un millón 900 mil.
Bezalez Smotrich, ministro de finanzas de Israel, declaró el 31 de diciembre pasado que la seguridad del Estado judío depende del control de Gaza; y que el control de Gaza hace necesaria la presencia civil. Por lo tanto, para que los colonos sionistas estén seguros se hace indispensable la emigración gazatí.
Un día después, el 1 de enero de 2024, el ministro de seguridad nacional de Israel, Itamar ben Gvir, dijo que fomentar la migración de los gazatíes es una solución «correcta, justa, moral y humana».
De concretarse el despojo de Gaza -uno más- en perjuicio de la población palestina, las consecuencias serían globales, pues terroristas de Hamás se infiltrarían entre los más de dos millones de expatriados gazatíes y tendrían la posibilidad de cometer atentados lo mismo en España que en los Estados Unidos o Egipto.
Hamás seguiría actuando por consigna (tal como lo han hecho los islamistas afiliados a Al Qaeda y al ISIS) en perjuicio de las libertades civiles. Baste recordar el Acta Patriótica de George W. Bush.
La pérdida de libertades civiles beneficiaría, en cambio, a gobiernos totalitarios y, por supuesto, a las grandes empresas que fabrican armas.
* Periodista y académico universitario | @JorgeSantaCruz1
Columna anterior: México, trampa migratoria de EE.UU.
(El presente artículo se publicó de manera original en Sin Compromisos).
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