Jorge Santa Cruz

Opinión | Jorge Santa Cruz | Prohibir la misa en latín sería suprimir la adoración al verdadero Dios

La escenificación blasfema de la Última Cena es gravísima, pero no constituirá la más grave afrenta contra Jesucristo, la Iglesia católica y la Cristiandad.

Por Jorge Santa Cruz                                   

Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía el Jueves Santo, durante la Última Cena, un día antes de su muerte en la cruz.

«La Eucaristía ─explica el padre A. Hillaire en La religión demostrada─ contiene verdadera, real y substancialmente, el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, bajo las especies o apariencias del pan y del vino».1

Habrá quienes se pregunten para qué instituyó Jesucristo la Eucaristía. Devolvamos la palabra al padre Hillaire:

«Jesucristo instituyó la Eucaristía: 1.° Para perpetuar su presencia entre los hombres. 2.° Para alimentar nuestras almas. 3.° Para renovar el sacrificio de la cruz y aplicarnos sus méritos.

»Por consiguiente, la Eucaristía es, a la vez, sacramento y sacrificio; sacramento cuando está conservada en el Tabernáculo o dada en comunión a los fieles; sacrificio cuando es ofrecida en la santa misa.

»Se puede considerar en la Eucaristía: a) la presencia real de Jesucristo; b) el sacramento; c) el sacrificio».2

Monseñor Tihamér Tóth, en su libro Eucaristía, explica qué diferencia hay entre el sacrificio de la cruz y el de la santa misa:

«La misa no es un sacrificio cruento como lo fue el de la cruz, porque el Cristo glorificado ya no puede padecer. Pero, aunque no pueda padecer, el sacrificio de la misa ha de reproducir en cierta manera su muerte. Cristo ya no puede morir de veras, no obstante, muere en la santa misa en sentido místico; la consagración por separado del pan y del vino nos indica la separación del cuerpo y de la sangre de Cristo, y nos recuerda el momento en que el cuerpo y la sangre de Cristo se separaron realmente en la muerte de cruz».3

Los blasfemos de París tomaron como modelo “La última cena” de Leonardo da Vinci para afrentar a Jesúsverdadero Dios y verdadero Hombre, segunda persona de la Santísima Trinidad.

Pero el último golpe de la Sinagoga de Satanás (Apocalipsis 2.9 y 3.9) será asestado desde Roma; para ser más precisos, de la secularizada Santa Sede, donde Jorge Mario Bergoglio, al frente de una camarilla claramente identificada con el modernismo y la herejía masónica, prepara la prohibición de la santa misa (la que fue codificada por el papa San Pío V en el año de 1570).

Lo hicieron que ofende al Sacerdote eterno y perfecto; también, a la sagrada Eucaristía. Fue en la Última Cena que Jesús instituyó el sacerdocio católico y ofició la primera misa. Gravísimo, todo. Se trata de pecados que claman justicia al Padre.

Bergoglio, quien ocupa ilegítimamente el trono de San Pedro, pretende culminar la obra destructora iniciada por Juan XXIII y continuada por Pablo VIJuan Pablo II y Benedicto XVI, conforme a las directrices anticatólicas del Concilio Vaticano II.

Vale recordar, por ejemplo, que Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) dirigió una carta a los obispos sujetos a Roma, el 7 de julio de 2007, en la que ratificó la prevalencia del misal derivado del Concilio Vaticano II:

En síntesis, de acuerdo con las palabras de Ratzinger, la autoridad del Concilio Vaticano II no se menoscaba y el misal de Pablo VI prevalece.

«En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales –la reforma litúrgica– se ponga en duda. Este temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal –la Forma ordinaria– de la Liturgia Eucarística. La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. No es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito».4

El 16 de julio de 2021, Francisco endureció la norma de Ratzinger al establecer que los sacerdotes católicos del rito latino solo pueden utilizar el misal derivado del Concilio Vaticano II. (Ver la carta apostólica Traditionis custodes). En esa ocasión, Bergoglio advirtió que, solo en algunos casos, los obispos podrían autorizar la misa tridentina.

Luego, el 21 de febrero de 2023, limitó aún más la celebración de la misa en latín y dispuso que los obispos deben pedir autorización a la Santa Sede antes de permitir que algún sacerdote oficie la misa codificada por el papa San Pío V.

De entonces para acá, ha corrido la versión de que Francisco prohibirá la misa en latín. Sí, el mismo Francisco que, por ejemplo, ha rendido culto a la pachamama (madre tierra), que ha besado la mano de los supracapitalistas sionistas y que ha ensalzado a Lutero.

El 13 de julio de 2024, el autor de estas líneas accedió a firmar una carta de adhesión a la solicitud del arzobispo emérito de Guadalajara, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, a Francisco en el sentido de que evite la prohibición de la misa en latín.

En la parte medular de su argumentación, el cardenal Sandoval Íñiguez puntualizó lo siguiente:

«No puede ser malo lo que la Iglesia celebró por cuatro siglos, la misa de San Pío V en latín, con una liturgia rica, piadosa y que invita por sí misma a penetrar en el Misterio de Dios».5

Cuando el autor de este artículo fue invitado a adherirse a la petición del cardenal Sandoval Íñiguez, advirtió que no reconocía a Francisco como legítimo papa. La respuesta que recibió de su interlocutor fue: «Yo tampoco, pero es el protocolo». Jorge Santa Cruz dio entonces su firma. (Puso su nombre completo: Jorge Luis Santa Cruz).

Su servidor estaba consciente de que Francisco desatendería la petición, pues va contra su agenda oscura; pensó, sin embargo, que era una oportunidad de dar a conocer públicamente que está a favor de la misa en latín.

Ha pasado casi un mes y Francisco sigue sin responder. Esto ¿qué significa? Que Francisco sigue apartado de la doctrina católica del Concilio de Trento y de las disposiciones del papa San Pío V. Francisco no es católico.

Por lo tanto, pedirle a Francisco que autorice la misa en latín es ocioso; su autoridad burocrática está vacía de catolicismo.

¿Qué pasaría en caso de que Francisco y sus secuaces se salgan con la suya? Siguiendo el pensamiento del padre Hillaire, es lógico inferir que la Iglesia ya no podría ofrecer el santo sacrificio de la misa a Dios para adorarle, para agradecerle sus beneficios, para satisfacer su justicia y para obtener sus gracias.6

¿Y qué pasaría con los fieles y los sacerdotes? Se privaría del fruto general a los fieles vivos y difuntos; se despojaría del fruto principal a aquel por quien se dice la misa, y se quita el fruto personal al celebrante.7

«Se ofrece la Misa a Dios solo, porque el sacrificio es un acto de adoración que no es debido sino a Dios».8

Lo anterior no obsta para que la santa misa se ofrezca en honor de la Santísima Virgen María y de los Santos.

En conclusión: si se suprime definitivamente la santa misa codificada por el papa San Pío V, se dejará de ofrecer el sacrificio al único y verdadero Dios, sacrificio que es, a la vez, un acto de adoración a Él (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero).

Sin misa verdadera, no hay sacrificio; y la adoración es al demonio. Así de simple.

La escenificación blasfema de la Última Cena es gravísima, pero no constituirá la más grave afrenta contra Jesucristo, la Iglesia católica y la Cristiandad.

El poder de las tinieblas quiere privar a los fieles católicos de la santa misa. «Sus tropas vendrán y profanarán el Santuario de la Fortaleza, harán cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador». (Dan. 13.31).

La humanidad sería afectada de manera indirecta porque estaría imposibilitada de convertirse a la única religión verdadera, fundada por el mismo Jesucristo e iluminada por el Espíritu Santo.

Esto es lo que quieren los involucrados en el nuevo orden mundial (NOM). Su pretensión es que se condenen tantas almas como sea posible.

Lo ocurrido durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 es un cínico e inicuo aviso.

Me equivoqué al pedirle a Francisco que no suprima la misa en latín porque Bergoglio es un operador más del NOM.

La petición la hago a Nuestro Señor Jesucristo:

Señor, humildemente te pido, sin mérito alguno de mi parte, que impidas que la Cristiandad sea privada de la santa y verdadera misa. Quieren privarnos de la sagrada Eucaristía y del santo sacrificio del altar con el que aplacas la Justicia de tu Padre. Reconocemos tu Realeza y tu derecho a tener un solo rebaño. Tú eres el buen pastor. Amén.

Referencias:

  1. A. Hillaire. La religión demostrada. Editora Latino Americana, S.A. México: 28 de enero de 1964, pág. 580.
  2. Íbidem.
  3. Tihamér Tóth. Eucaristía. Ediciones Sígueme S.A.U. Salamanca, España: 2007, pág. 92.
  4. Benedicto XVI. Carta del Santo Padre Benedicto XVI a los obispos que acompaña la carta apostólica «Motu proprio data Summorum Pontificum sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970. La Santa Sede: 7 de julio de 2007, párr. 5.
  5. Boletín de Información e Inteligencia Estratégica. El Cardenal Don Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, México envía una carta al Papa pidiéndole que no permita se suprima la Misa Tridentina. México: BIEE, 16 de julio de 2024, https://biie.org/editorial/el-cardenal-don-juan-sandoval-iniguez-arzobispo-emerito-de-guadalajara-mexico-envia-una-carta-al-papa-pidiendole-que-no-permita-se-suprima-la-misa-tridentina/
  6. Cfr. A. Hillaire. La religión demostrada. Editora Latino Americana, S.A. México: 28 de enero de 1964, pág. 588.
  7. Íbidem.
  8. A. Hillaire. La religión demostrada. Editora Latino Americana, S.A. México: 28 de enero de 1964, pág. 588.

* Periodista y académico universitario | @JorgeSantaCruz1

Columna anterior: El poder chino y la «profecía» de Mackinder

(El presente artículo se publicó de manera original en Sin Compromisos).

Jorge Santa Cruz | Periodista
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