El cuidado de la imagen corporal es ya una prioridad para garantizar la calidad de vida de las pacientes
Por Deyanira Vázquez | Reportera
Los avances en el cáncer de mama conseguidos en las últimas décadas no se centran únicamente en el incremento de la tasa de supervivencia, que ha mejorado significativamente. En el caso de cáncer de mama localizado (cuando no se ha extendido fuera de la mama), la tasa de supervivencia a cinco años ha aumentado al 99% en muchos países. También se han dado grandes pasos normalizando técnicas para paliar las secuelas físicas que este cáncer deja a su paso. Cabe decir que muchas de las técnicas aplicadas son extensibles a otros tipos de cáncer cuyos tratamientos dejan huellas corporales similares.
El impacto emocional de un cáncer golpea como mínimo tres veces. La primera, al recibir el diagnóstico, después durante el tratamiento y, en muchos casos, esta enfermedad sigue haciendo mella al recibir el alta médica. Y es que las secuelas físicas, visibles e invisibles, puede hacer muy duro el regreso a la normalidad.
Alejandra Cano, psicooncóloga del Hospital Vall d’Hebrón y psicóloga en el centro interdisciplinar Owings, así lo percibe con sus pacientes: «Acabados los tratamientos, pueden quedar múltiples huellas en el cuerpo de las que puede ser incluso más difícil hablar porque no son visibles (cansancio extremo, dolores articulares, afectación a nivel sexual, etc.), pero que contribuyen también a la percepción de pérdida y malestar de las pacientes. Durante los tratamientos, cambios en la imagen corporal, como la pérdida de cabello, pueden ser estigmatizantes porque implican revelar la enfermedad a los demás. Para muchas personas esto supone ser miradas de forma compasiva, con pena, lo cual no siempre es bien recibido».
Respecto a las consecuencias derivadas de una mastectomía, hoy en día las pacientes pueden recurrir a una reconstrucción inmediata: «Como regla general, una mastectomía con reconstrucción inmediata a veces es más fácil de manejar que en los casos en los que no es posible hacerlo en el mismo acto quirúrgico. En cualquier caso, siempre es una pérdida de una parte del cuerpo asociada a la feminidad y la maternidad, lo cual supone un proceso de duelo».
El acompañamiento psicológico es tan o más importante si cabe al final del proceso médico, tal y como afirma Alejandra: «Cuando ya no hay un equipo médico detrás que dice lo que tienes que hacer en cada momento, porque las visitas se van espaciando, surgen muchos miedos e inseguridades y muchas veces es ahí cuándo llega realmente el bajón emocional».
Según Ainhoa Marín, responsable de bienestar emocional de la Asociación Española Contra el Cáncer en Barcelona, «No todas las mujeres que pasen por un cáncer de mama van a necesitar acompañamiento psicológico. Si es cierto que sabemos que entre el 30%-50% van a desarrollar sintomatología clínica significativa y va a ser necesario un acompañamiento emocional». –sn–

