Las repuestas no están en la literatura: Abdulrazak Gurnah

El Premio Nobel 2021 visitó Ciudad Universitaria. A los 13 años leyó Ana Karenina y lloró. Ahí supo del poder de las letras

Por Martín García | Reportero

No debemos pedirle demasiado a la literatura, no se le puede exigir la solución de nuestros problemas, eso sería una fantasía, porque las respuestas no están ahí, señaló Abdulrazak Gurnah.

El Premio Nobel de Literatura 2021 conversó con Anel Pérez, directora del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE); el poeta César Cañedo; y el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Mario Murgia.

En las obras literarias, agregó, no encontraremos las respuestas de cómo mejorar a la sociedad o entender a la gente. Hay que darle vuelta a la pregunta: ¿cómo puede la literatura enriquecer nuestras vidas? Indicó que los escritores dicen qué hacer para progresar. La literatura genera pensamientos, reflexiones.

Después de la lectura siempre entendemos algo nuevo, reflexionó el autor de Paraíso. “Nos llega un mensaje. Puede ser algo que está perfectamente expresado, aunque sea algo que ya sabíamos, pero no podíamos manifestarlo así”.

El camino de la escritura

Cuando Abdulrazak Gurnah leyó Ana Karenina, de León Tolstói, se puso a llorar, “porque me mostró el poder de la literatura. Yo no sabía en realidad nada de Rusia, pero realmente me movió esa obra”. Tenía 13 años y estaba de visita en la casa de su tío que vivía en Mombasa, Kenia. “No sabía que era un libro famoso, pero empecé a leer y entendí lo que pude”.

Gurnah decidió tomar el camino de la escritura cuando tenía veintitantos años. “Mucha gente escribe, pero también estaba pensando, en ese momento, hacerlo para que otros lean, narrar cosas que otros iban a ver. Leí mucho en ese periodo de mi vida. Y pensé que me gustaría también trabajar en la docencia; estas dos posibilidades no eran algo completamente nuevo para mí, pero en ese momento se hizo más concreto lo de escribir ficción y ser profesor”.

No se trataba de hallar un equilibrio, “era más bien encontrar el tiempo para cada actividad. Cuando fui profesor se complicaron las cosas, porque ya tenía responsabilidades académicas: dar clases, asistir a reuniones. Entonces ahí me sentí un poco más incómodo”. –sn–