Orvañanos presentó la “Tarjeta Madre” como una innovación, pero en realidad sustituyó a un apoyo previo con menos cobertura
Por Fausto Hernández | Reportero
Después de medio año al frente de la alcaldía Cuajimalpa de Morelos, el panista Carlos Orvañanos anunció con bombo y platillo la apertura del registro al programa social Tarjeta Madre Cuajimalpa. Presentó el plan como una propuesta inédita.
Sin embargo, documentos oficiales revelaron que la política no es nueva. El supuesto proyecto innovador nació del cambio de nombre al programa Jefas y Jefes de Familia, operado desde 2019 en la misma demarcación y con mayor cobertura presupuestal.
El Sistema de Información para el Bienestar (SIB) detalló que el nuevo programa tiene un antecedente directo. Durante seis años, el plan original benefició a hogares con jefatura única, sin distinción de género, mediante entregas monetarias.
El objetivo fue disminuir las desigualdades entre familias encabezadas por una sola persona. A pesar de los resultados, la actual administración sustituyó el modelo por una versión reducida y acotada solo a mujeres.
Reducción de cobertura en nueva versión del programa
En la edición del pasado 10 de abril de la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, se publicaron los lineamientos del nuevo esquema. En ellos se estipuló un presupuesto de 33 millones de pesos para este 2024.
El documento precisó que el programa alcanzará hasta 5 mil 500 beneficiarias. Cada una de ellas recibirá 6 mil pesos distribuidos en tres entregas, sin mayores detalles sobre servicios adicionales que acompañen al apoyo económico.
Por contraste, el mismo SIB reportó que en 2024 el programa Apoyo a Jefas y Jefes de Familia operó con un presupuesto de 33 millones 750 mil pesos, cifra ligeramente superior a la asignación actual.
Además, el programa anterior estableció una meta mayor: 7 mil 500 beneficiarios. De este modo, el rediseño implicó una reducción tanto en cobertura como en impacto presupuestal.
Promesa de campaña con escasa innovación
Durante la contienda electoral, Carlos Orvañanos usó la Tarjeta Madre como una de sus banderas principales. En sus actos públicos, sostuvo que el instrumento sería una solución integral para madres trabajadoras.
Planteó que, además del apoyo monetario, las beneficiarias podrían acceder a servicios médicos gratuitos y a espacios de cuidado infantil para sus hijas e hijos. Esta visión, no obstante, aún no figura en los lineamientos oficiales.
Hasta ahora, la alcaldía no ha anunciado convenios con instituciones de salud, ni mecanismos para operar estancias infantiles bajo este programa. Solo se confirmó la transferencia económica.
El lanzamiento generó críticas en redes sociales y entre analistas de políticas públicas, quienes señalaron la falta de innovación real y la disminución en la cobertura del nuevo esquema.
Falta de transparencia y vacíos en la información
El gobierno de Cuajimalpa no publicó un padrón previo de beneficiarias ni información clara sobre los criterios de selección. Esto generó dudas sobre la equidad del acceso al apoyo.
Tampoco presentó una evaluación del programa sustituido, ni justificó con datos su reemplazo. Las autoridades omitieron explicar por qué se decidió excluir a los hombres de esta nueva versión del subsidio.
Especialistas del CIDE consultados por este medio subrayaron que los programas sociales requieren continuidad, monitoreo y mejora progresiva, no solo cambios cosméticos para justificar una nueva marca política.
Advirtieron que políticas sin diagnóstico previo tienden a reproducir los mismos errores. En este caso, además, el cambio de nombre pareció obedecer más a intereses electorales que a una mejora en el diseño del programa.
Simulación de política pública en Cuajimalpa
La estrategia del alcalde Carlos Orvañanos coincidió con la lógica de gobiernos locales que relanzan programas ya existentes para ganar simpatías. El problema radica en que el fondo se mantiene igual o incluso se reduce.
Sin indicadores claros, sin metas mensurables y sin transparencia presupuestaria, la Tarjeta Madre Cuajimalpa representa más una operación de mercadotecnia que una verdadera política de inclusión.
Las mujeres, principales destinatarias, tampoco recibieron información clara sobre los supuestos servicios complementarios que el alcalde anunció durante su campaña.
A la fecha, no se conoce una ruta de implementación para facilitar el acceso a consultas médicas o guarderías, como se había prometido. Solo se habilitó un registro en línea y módulos en la alcaldía.
Prioridad presupuestal sin respaldo en servicios
El monto total asignado, 33 millones de pesos, representa una inversión relevante a nivel local. Sin embargo, su ejecución quedó limitada a una transferencia directa sin otros componentes de política pública.
Los expertos advirtieron que los programas exitosos deben ir más allá de lo asistencial. Enfatizaron que acompañar el apoyo monetario con servicios sociales marca la diferencia en la calidad del gasto.
En este caso, los recursos públicos no lograron articular un esquema de protección integral. El gobierno local omitió estrategias para capacitar, empoderar o vincular laboralmente a las beneficiarias.
El análisis financiero también evidenció una paradoja: con menos beneficiarias que el programa anterior, la nueva propuesta consume casi el mismo presupuesto, sin mejorar sus alcances.
Retroceso disfrazado
La Tarjeta Madre Cuajimalpa reflejó una tendencia común en tiempos de alternancia política: relanzar lo ya hecho bajo otro nombre. Sin mejorar ni innovar, solo se rediseñó la fachada del programa.
La exclusión de varones jefes de familia y la ausencia de servicios prometidos minaron la credibilidad del nuevo modelo. El marketing político pesó más que la efectividad social.
En los hechos, Carlos Orvañanos incumplió su promesa de brindar una herramienta integral a las mujeres. El proyecto quedó reducido a una ayuda monetaria temporal, como lo fue el programa anterior. –sn–

