Cierra la Biblioteca Vasconcelos por crisis presupuestal

Por Adriana López | Reportera

Las bibliotecas públicas en la capital mexicana enfrentaron una crisis profunda, originada por el abandono institucional y la política de austeridad. La Biblioteca Vasconcelos, emblema cultural de la ciudad, cerró sus puertas al público para exigir atención urgente.

Empleados de la Dirección General de Bibliotecas, afiliados al Sindicato Nacional de Cultura, señalaron que la decisión surgió como último recurso. Denunciaron deterioro estructural, filtraciones, fallas eléctricas y ausencia de personal suficiente.

Esta protesta no solo evidenció el estado de la Biblioteca Vasconcelos, sino también las condiciones en otros recintos. Los trabajadores advirtieron que más espacios enfrentaron situaciones similares sin recibir respuestas institucionales.

Las bibliotecas, concebidas como lugares seguros y de acceso libre al conocimiento, dejaron de ofrecer condiciones mínimas de operación. La falta de mantenimiento básico provocó riesgos tanto para usuarios como para el personal.

Protesta por el abandono estructural

La Biblioteca de México, ubicada en La Ciudadela, operó sin acceso a sanitarios. La razón: falta de agua potable, situación que los trabajadores consideraron insostenible para un espacio público de esta magnitud.

Los empleados revelaron que los daños estructurales avanzaron sin solución desde hace meses. En algunos casos, los techos filtraron agua de lluvia, lo que dañó mobiliario y amenazó libros y documentos históricos.

En la Biblioteca Vasconcelos, los baños se mantuvieron cerrados durante semanas. Las fallas eléctricas interrumpieron el servicio en varias áreas, y la escasez de personal impidió la correcta atención a los visitantes.

Además de lo anterior, los trabajadores denunciaron precariedad laboral. Informaron que en muchos recintos faltaron insumos básicos como papel, jabón o focos, y no se sustituyeron pese a reportes reiterados.

El epicentro de la protesta: Vasconcelos

El cierre de la Biblioteca Vasconcelos tuvo un peso simbólico, por tratarse de una de las más grandes y modernas del país. Su ubicación estratégica en la colonia Buenavista también evidenció el abandono en una zona céntrica.

Con una arquitectura monumental y capacidad para albergar más de 500 mil libros, la Vasconcelos fue inaugurada como ícono cultural. Sin embargo, el paso de los años y la desatención oficial la redujeron a un cascarón sin mantenimiento.

Trabajadores explicaron que la decisión de cerrar se tomó de forma colectiva. Consideraron necesario visibilizar las condiciones precarias y exigir recursos para rehabilitar las instalaciones.

Usuarios en redes sociales replicaron imágenes de goteras, cables expuestos y baños clausurados. Un testimonio compartido en X calificó la situación como “vergonzosa”, y cuestionó cómo era posible que el gobierno capitalino permitiera ese nivel de deterioro.

Austeridad y cultura: una combinación destructiva

La crisis en las bibliotecas coincidió con la política de austeridad impuesta por el gobierno de la Ciudad de México. Según los trabajadores, los recortes presupuestales paralizaron proyectos de mantenimiento y contratación de personal.

También señalaron que desde hace al menos dos años no se realizaron inversiones para renovación de equipos, reposición de mobiliario o limpieza profunda en las instalaciones.

El Sindicato Nacional de Cultura denunció públicamente que la cultura no fue una prioridad para el gobierno local. Argumentaron que los recortes afectaron tanto a bibliotecas como a museos, archivos históricos y centros comunitarios.

Los trabajadores exigieron reuniones con autoridades culturales para presentar un diagnóstico completo. Enfatizaron que sin presupuesto, el funcionamiento de las bibliotecas se volvió insostenible.

Fallas acumuladas y silencio institucional

En la Biblioteca México, los reportes por fallas en los baños databan desde hace meses. No obstante, nunca recibieron respuesta. La falta de agua obligó a cerrar sanitarios y limitar los horarios de atención.

Los empleados indicaron que tampoco hubo supervisión oficial. Las inspecciones de seguridad estructural y operativa dejaron de realizarse, lo que agravó el deterioro progresivo de los espacios.

Los usuarios frecuentes confirmaron estas versiones. En entrevistas breves, lamentaron que el descuido oficial haya convertido los centros del saber en zonas de riesgo e incomodidad.

Varios visitantes denunciaron que los servicios de préstamo interbibliotecario y consulta digital dejaron de funcionar por falta de equipo y conexión. En algunos casos, se suspendieron talleres por fallas en la red eléctrica.

Un colapso anunciado por los trabajadores

Los propios trabajadores de la Dirección General de Bibliotecas advirtieron desde 2023 que la situación era insostenible. En comunicados internos solicitaron apoyo presupuestal y operativo sin recibir respuesta concreta.

El personal técnico y de limpieza reportó que las condiciones físicas afectaron su salud. Algunos sufrieron caídas por pisos húmedos, y otros trabajaron sin ventilación ni iluminación adecuada.

Ante la omisión de las autoridades, el personal decidió visibilizar el problema mediante el cierre parcial de servicios. Esta acción tuvo eco en medios y redes sociales, generando presión pública.

Sin embargo, hasta el momento del cierre de la Vasconcelos, el gobierno capitalino no emitió postura formal. La Secretaría de Cultura tampoco respondió a los señalamientos del sindicato ni de los usuarios.

Bibliotecas sin rumbo ni atención

El abandono de estos recintos no solo reflejó negligencia, sino una política cultural sin rumbo. Las bibliotecas dejaron de ser espacios activos de convivencia, talleres, lectura y consulta pública.

La falta de inversión provocó una caída en la afluencia. Padres de familia, estudiantes y adultos mayores se alejaron ante la falta de condiciones mínimas de higiene, seguridad y comodidad.

Desde 2022, las bibliotecas públicas redujeron sus horarios, cancelaron actividades comunitarias y suspendieron programas educativos. Esta tendencia afectó la vida cultural en diversas colonias de la capital.

Los trabajadores cerraron con un llamado urgente al gobierno: rescatar las bibliotecas como centros de desarrollo, educación y equidad. “El abandono mata la cultura”, afirmaron. –sn–