La ópera de Verdi revive en el Palacio con una propuesta escénica que denuncia el abuso de poder y la violencia machista
Por Adriana López | Reportera
La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) anunciaron la nueva temporada de Rigoletto, que se presentará del 8 al 18 de mayo de 2025 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, bajo la producción de la Compañía Nacional de Ópera (CNO).
Esta obra, compuesta por Giuseppe Verdi, ha sido una de las óperas más representadas desde su estreno en 1937 en el recinto capitalino. Su permanencia se ha consolidado por la fuerza dramática de su argumento y la vigencia de sus temas sociales.
En esta nueva producción, la dirección musical estará a cargo del maestro Benjamin Pionnier, mientras que la dirección escénica recaerá en el reconocido dramaturgo Enrique Singer. Ambos han apostado por una visión moderna de la obra, al situarla en el México de los años sesenta.
La ambientación en esa década busca reforzar el carácter de denuncia de la historia, cuyas temáticas dialogan con las luchas feministas y estudiantiles de la época, según explicó Singer en conferencia de prensa.
Violencia machista y poder patriarcal, ejes narrativos
La elección de los años sesenta responde al interés por mostrar que las estructuras de poder que oprimen a las mujeres siguen presentes. “Es una historia sobre el encierro, sobre una joven que busca liberarse”, afirmó Singer.
La subdirectora artística de la CNO, Lilia Maldonado, señaló que esta producción da continuidad a la línea narrativa establecida desde el inicio del año, en la que también incluyeron Lady Macbeth de Mtsensk, ópera de Dmitri Shostakovich.
Ambas obras comparten el objetivo de visibilizar los abusos que ejerce el poder sobre los cuerpos y vidas de las mujeres. En Rigoletto, la tragedia se desata cuando el bufón intenta proteger a su hija del Duque de Mantua, sin imaginar el dolor que provocará.
El libreto revela una sociedad hipócrita y misógina, en la que el personaje de Gilda representa la fragilidad de la condición humana frente a un entorno de violencia y dominación masculina.
Un elenco nacional con interpretaciones alternas
El papel de Rigoletto, símbolo del dolor y la rabia contenida, será interpretado por los barítonos Alfredo Daza (8, 11 y 15 de mayo) y Jorge Lagunes (13 y 18 de mayo), ambos con amplia experiencia en este rol.
En palabras de Daza, este personaje representa un punto culminante en la carrera de cualquier cantante de su tesitura. “Es mi segunda vez interpretándolo aquí y es un privilegio volver”, aseguró el artista.
El Duque de Mantua será representado por Arturo Chacón-Cruz (8 y 13 de mayo) y Leonardo Sánchez (11, 15 y 18 de mayo), mientras que la soprano Leticia de Altamirano encarnará a Gilda los días 8, 11 y 13 de mayo, alternando con Génesis Moreno (15 y 18 de mayo).
Altamirano expresó su emoción por regresar al papel y resaltó que Rigoletto es una historia universal. “No tiene época. Es una tragedia que se sigue repitiendo en todo el mundo”, mencionó.
Un despliegue artístico integral con enfoque contemporáneo
El elenco lo complementan figuras como José Antonio García (Sparafucile), Guadalupe Paz (Maddalena), Óscar Velázquez (Monterone), y Édgar Villalva (Borsa), entre otros artistas nacionales de trayectoria consolidada.
La parte musical contará con la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección huésped del maestro Rodrigo Elorduy, quien se encargará de guiar el trabajo coral con precisión dramática.
El diseño escenográfico ha sido realizado por Auda Caraza, mientras que Víctor Zapatero se encargó de la iluminación y Carlo Demichelis junto con Indira Aragón crearon el vestuario.
En el aspecto visual también participaron Cynthia Muñoz en maquillaje, Raúl Tamez en la coreografía, y Rodrigo González como regisseur de movimiento, lo cual permitió una puesta en escena cohesionada.
Una propuesta que convoca a la reflexión social desde el arte
La CNO apostó por una dirección escénica comprometida, que replanteó la historia de Verdi sin alterar su esencia, pero con la fuerza de una lectura contextualizada para el público mexicano.
A más de 170 años de su estreno en Venecia, Rigoletto continúa cuestionando los cimientos del poder, el control sobre el cuerpo de las mujeres y las consecuencias trágicas del silencio institucional.
El Palacio de Bellas Artes se convertirá en un escenario de denuncia, memoria y arte, con una producción que busca sacudir a la audiencia sin renunciar a la belleza vocal y musical que caracteriza al género operístico.
Desde la primera función, esta ópera se perfiló como una de las más esperadas del año, no sólo por su calidad interpretativa, sino por su pertinencia en un contexto donde se siguen discutiendo los límites del poder patriarcal. –sn–

