Reorganización en el Departamento de Estado impactó liderazgos ambientales
Por Martín García | Reportero
El gobierno del presidente Donald Trump ejecutó una serie de despidos que afectaron a empleados federales responsables de la política climática global de Estados Unidos. La acción formó parte de una reestructuración de la diplomacia ambiental del país.
El Departamento de Estado informó sobre la eliminación de la Oficina de Cambio Global, adscrita a la Oficina de Océanos y Asuntos Ambientales y Científicos Internacionales. Con ello, desaparecieron cargos esenciales para la representación de Estados Unidos en foros internacionales.
Los funcionarios despedidos tuvieron una participación relevante en las negociaciones bajo la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Su ausencia deja un vacío en la conducción de la política exterior ambiental estadounidense.
La medida se implementó en un contexto de rechazo frontal del presidente Donald Trump a compromisos multilaterales como el Acuerdo de París.
Afectaciones en los foros internacionales de aviación y transporte marítimo
Los empleados también representaron a Estados Unidos ante la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Organización Marítima Internacional (OMI). Ambas instancias impulsan metas de reducción de emisiones en sectores clave.
En particular, el personal cesado trabajó en la promoción del Sistema de Compensación y Reducción de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA). Este programa busca que la aviación comercial logre emisiones netas cero para el año 2050.
Sin embargo, la administración Trump decidió dar marcha atrás en el respaldo a los combustibles sostenibles de aviación. El cambio de postura debilitó el compromiso previo de Estados Unidos con los acuerdos internacionales.
Un portavoz del Departamento de Estado justificó los despidos al señalar que la oficina “obstaculizaba” la independencia energética y la soberanía nacional.
Cambios en la estrategia energética y política exterior
Simultáneamente, el gobierno estadounidense ejecutó ajustes en la Oficina de Recursos Energéticos del Departamento de Estado. Esta oficina lideraba esfuerzos para diversificar fuentes de energía y reducir la dependencia de combustibles fósiles rusos.
El enfoque reciente priorizó el desarrollo de minerales críticos y alternativas energéticas bajo control nacional. De esta manera, el Departamento de Estado redefinió sus prioridades en el escenario internacional.
Con estas modificaciones, la administración Trump reafirmó su preferencia por una política energética basada en el aprovechamiento de combustibles fósiles. La estrategia contrastó con los esfuerzos globales de transición energética.
Analistas consideran que esta orientación podría aislar a Estados Unidos en futuras negociaciones climáticas y comerciales multilaterales.
Retiro progresivo de compromisos climáticos
La decisión de Donald Trump de abandonar el Acuerdo de París en 2017 marcó el inicio de un retroceso en los compromisos ambientales internacionales de Estados Unidos. El retiro se concretó formalmente en noviembre de 2020.
La eliminación de equipos técnicos clave profundizó esa tendencia de aislamiento diplomático. Muchos especialistas consideran que esta postura deterioró la credibilidad de Estados Unidos en la escena global.
A nivel interno, la medida generó críticas de grupos ambientalistas, quienes señalaron que el gobierno desmanteló capacidades estratégicas que tardaron décadas en consolidarse.
Por su parte, legisladores demócratas expresaron preocupación por la vulnerabilidad de Estados Unidos ante los efectos del cambio climático, dado el debilitamiento institucional.
Disminución de la presencia internacional
La salida de Estados Unidos de CORSIA y su debilitamiento en la OMI implicaron la pérdida de influencia en la definición de estándares globales de emisiones. Esto favoreció el protagonismo de otros actores, como la Unión Europea y China.
La reducción de personal en diplomacia ambiental impactó también las posiciones de liderazgo tradicionalmente ocupadas por Estados Unidos en organismos multilaterales.
Esta ausencia podría afectar la capacidad de negociación del país en temas comerciales, tecnológicos y de seguridad relacionados con el cambio climático.
Con el nuevo enfoque, Washington pasó de ser un promotor de políticas climáticas globales a un espectador marginal.
Implicaciones para el futuro inmediato
Las elecciones presidenciales de 2024 fueron vistas como un punto de inflexión para revertir o consolidar estas políticas. Dependiendo de los resultados, se abrirían escenarios de reincorporación o de mayor aislamiento internacional.
Algunos sectores industriales también manifestaron inquietud por la pérdida de acceso a mercados donde se exigirá cumplimiento de estándares ambientales más estrictos.
Organismos internacionales reiteraron su llamado a todos los países, incluida Estados Unidos, a mantener su compromiso con las metas de reducción de emisiones.
El debate sobre el papel de Estados Unidos en la lucha global contra el cambio climático continuará vigente en el próximo ciclo político.

