Donald Trump

Opinión | Hilda Teresita Bautista Villegas – ¡Quiero que me oigan! | ¿Quién se cree para decidir el futuro de la humanidad?

¡Reflexión urgente sobre el autoritarismo, la guerra y la necesidad de una ciudadanía despierta!

Por Hilda Teresita Bautista Villegas

¿En qué momento los pueblos del mundo nos reunimos para otorgarle al señor Trump —ese “señor Naranja”— la autoridad para decidir sobre la vida y el futuro de millones? 

¿Cuándo lo nombramos ejecutor de guerras en nombre de una humanidad que no lo ha elegido? Él se arroga atribuciones que no le corresponden y toma decisiones terribles, sin consulta ni consentimiento global.

Ya no vivimos en la era de las cavernas para aceptar sin cuestionar las historias que este personaje inventa como justificación. Hoy, gracias a los buscadores y las redes sociales, podemos informarnos y cuestionar los motivos reales detrás de cada conflicto.

Los pretextos pueden ser muchos: “defender a un país más débil”, “luchar por la democracia”, “neutralizar amenazas”. 

Pero los intereses de fondo suelen ser otros: saquear el petróleo, el uranio, los metales preciosos, las tierras raras o incluso el agua.

La causa más profunda de estos conflictos sociales, políticos y económicos es la falta de participación ciudadana en los asuntos de la organización colectiva y la gobernanza. 

La pasividad de las conciencias, anestesiadas por los medios de desinformación, convierte a millones en espectadores dóciles que ceden su poder personal a un showman autoritario que lanza al ejército al frente antes que dialogar.

Muchos seguidores de Trump no solo obedecen ciegamente su discurso, sino que tampoco utilizan las tecnologías digitales para investigar y formarse un criterio propio. 

banderas de Iran e Israel
Banderas de Iran e Israel

¿Por qué? Porque están atrapados intentando alcanzar el escurridizo y ya decadente “sueño americano”.

¡Mundo, despierta!

No podemos guardar silencio cómplice ante los actos violentos que los Estados Unidos perpetra contra Irán. Hoy, como en los tiempos de Hitler, decisiones cruciales están siendo tomadas por un solo hombre. En este caso, Trump. 

¿Cómo es posible que alguien que actúa desde el ego, la ira o incluso el intestino, pretenda representar la voluntad de Dios?

Tal vez… sí lo sea. Tal vez su papel sea justo ese: provocar la destrucción del sistema actual para despertar la conciencia colectiva.

Sin consultar a su propio Congreso y pasando por encima de todo principio internacional, este racista belicoso —desde la Casa Blanca— toma decisiones que comprometen la seguridad del planeta. Atacar instalaciones nucleares no solo es una imprudencia descomunal, es una amenaza directa a la supervivencia de toda forma de vida.

La Carta de las Naciones Unidas lo dice claro: en su artículo 2, inciso 4:

“Los Miembros de la Organización se abstendrán, en sus relaciones internacionales, de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”.

Pero el presidente de EU actúa movido por un delirio de superioridad racial:

Como si tuviera una encomienda divina para moldear el mundo a su antojo se ha convertido en juez y verdugo, ignorando los principios del derecho internacional y la voluntad de los pueblos. ¿Quién le dio esa autoridad?

¿Desde cuándo un solo país tiene derecho a imponer su voluntad a sangre y fuego, mientras exige a los demás moderación y diplomacia?

Bandera de la ONU
Bandera de la ONU

Y los militares, ¿qué papel juegan? 

¿Son acaso seres sin sensibilidad, entrenados únicamente para destruir?

 Recuerden que ustedes, soldados del “Army”, también son pueblo uniformado. 

Tienen conciencia, tienen familia. No están obligados a cumplir órdenes injustas sin reflexionar sobre sus consecuencias.

Ataque a centrales nucleares ¿y no hay radiación

Desde ningún punto de vista es razonable pensar que los ataques hayan impactado instalaciones nucleares sin generar consecuencias radioactivas. 

La comunidad internacional no puede seguir tolerando estos abusos disfrazados de “seguridad”. El verdadero móvil no es la paz: es la ambición, el racismo, y el saqueo de recursos.

No hay justicia internacional cuando se permite que un solo país actúe como dueño del planeta.

No hay paz verdadera cuando tras los bombardeos se esconden intereses económicos y supremacistas.

Es hora de alzar la voz.

Es urgente que la comunidad internacional actúe, y que el pueblo estadounidense también se cuestione:

¿Están dispuestos a permitir que su presidente destruya vidas enteras en nombre de su bandera?

¿Las riquezas robadas traerán paz, bienestar o alegría a sus hogares?

La respuesta es no. Ni siquiera mejorarán sus condiciones materiales.

Estas guerras enriquecen solo a los ultra millonarios, que ni siquiera pagan impuestos.

Mientras millones pierden seguridad social, educación, y trabajan doble turno para pagar la renta, otros —al amparo del poder— gozan de privilegios, ensangrentados por los cadáveres de pueblos enteros.

Esta reflexión nos corresponde a todos.

Quien no razona, no discierne; quien no discierne, no elige; quien no elige, no está en condiciones de exigir un mundo mejor.

A esas personas se les llama dormidas, conformistas, apáticas.

Pero quienes queremos un mundo justo, necesitamos valor, conciencia, responsabilidad. Y la decisión firme de alzar la voz.

Porque ningún gobierno belicista debería decidir el destino de otros pueblos.

Solo hablando con libertad, con respeto y con claridad, podremos detener estos abusos.

Columna anterior: Una solicitud desde la diplomacia y la ética



Escritora independiente. Apasionada de temas políticos, sociales y espirituales. Estudiosa de la salud holística y de la física cuántica, desarrollo personal, psicología e historia. Poeta, compositora de canciones y creadora de recetas de cocina, ¡deliciosas!

Donald Trump
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