Educación en derechos humanos para combatir la discriminación contra la comunidad lgbtiq+

La pluralidad nos enriquece a todas y todos, señaló Claudio Tzompantzi Migue l.

Por Deyanira Vázquez | Reportera

El miedo y el rechazo son reacciones esperadas cuando nos aproximamos a algo que no conocemos. De ese modo, detrás del estigma y discriminación hacia las personas de la comunidad LGBTIQ+ está el desconocimiento y mitos acerca de cómo son, quiénes son, qué hacen, etcétera.

Una manera de romperlos es enterarnos, informarnos y formarnos, y ese es uno de los retos importantes por atender, para lograr que todos podamos vivir con tranquilidad, con derechos, con oportunidades e impulsando una cultura de paz. Hay que seguir luchando por habitar un mundo más plural, libre de violencia, afectivo y colectivo, asegurando académicos de la UNAM.

En tal sentido, el “mes del orgullo” debe ser un pretexto para pensarnos en lo plural de los cuerpos, de los afectos, de las expresiones, del erotismo y entender que esa pluralidad siempre nos enriquece a todos y todos, aseveró Claudio Tzompantzi Miguel, profesor de la Facultad de Psicología (FP).

En el marco de esa celebración, Virginia Barragán Pérez, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina invitó a que en la sociedad reflexionemos acerca de las acciones con las que contribuimos a construir ambientes que no permiten que todas las personas expresen su identidad de una manera libre, y esforzarnos para coadyuvar a fortalecer una cultura de derechos humanos y de respeto para todas y todos por el solo hecho de ser personas, e independientemente de cuál sea su expresión o identidad genérica.

“Salir o no del armario”

Un aspecto importante del desarrollo de la identidad es mostrar quiénes somos, y al hacerlo, esperaríamos una aceptación del entorno. “Salir del clóset” es positivo porque es parte del desarrollo y reafirmación identitaria de las personas. Sin embargo, aclaró Barragán Pérez, vivimos en una sociedad en la cual, a veces, mostrar quiénes somos puede volverse peligroso.

Dar ese paso inicia con la idea de reconocimiento, de que “yo también formo parte de esta sociedad y tengo algo que aportar. Y es necesario hacerlo como parte de reconocerse como ser social, humano y de derechos”, añadió Tzompantzi Miguel.

Esa no es solo una cuestión personal, sino social y política. Nos enseñaron a ver el mundo en “blanco y negro”, donde solo existen hombres y mujeres, y una sola forma de amar y desear, a la cual llamamos heterosexualidad. Sin embargo, “el mundo también es de colores”. Por ello, se vuelve necesario para nuestra sociedad aprender que las posibilidades de ser, existir y relacionarnos son muchos más, dijo el universitario.

De manera histórica, aquel que se manifiesta como diferente ha sido perseguido. Y cuando alguien decide permanecer en el “clóset” es por miedo a ser considerado criminal, no deseable o patológico. Muchas personas determinan no nombrarse por una situación de autocuidado, precisó el especialista.

De acuerdo con la Primera consulta universitaria sobre condiciones de igualdad de género de la comunidad LGBTTTIQ+ en la UNAM, elaborada por la Coordinación para la Igualdad de Género y la Dirección General de Atención a la Comunidad, ambas de la Universidad Nacional (2022), cinco mil 529 personas que forman parte de la comunidad universitaria (estudiantes, académicos y trabajadores) se reconocen como diversidades sexogenéricas.

Son más de 20 las expresiones de esa diversidad (cuerpos sexuados, identidades y expresiones de género y formas de vinculación erótica-afectiva-sexual) que coexisten en esta casa de estudios, entre ellas, bisexual, asexual, género fluido, hombre y mujer trans, homosexual, intersexual, lesbiana, no binarie o pansexual.

En esa población se han registrado formas de discriminación, entre otras están la negación a reconocer su identidad, gestos de desagrado, comentarios estereotipados, chismes o rumores, burlas, intimidación, amenaza o maltrato físico, en 72.56 por ciento de los casos. De las personas participantes, 54.57 por ciento declararon como un efecto de eso haber evitado hablar abiertamente de su orientación sexual, expresión e identidad de género.

Además, 52.90 por ciento declaró haber experimentado malestar emocional como resultado de la discriminación vivida; y 17.47 por ciento sintió deseos de dejar de vivir. –sn–