Central de autobuses Tapo

La central de autobuses «TAPO» se cae a pedazos ante abandono oficial

Terminal clave de Cdmx en ruinas; riesgo para miles de pasajeros


Por Fausto Hernández | Reportero                                                       

La Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente, ubicada en la ciudad de México (Cdmx), mostró daños visibles en su infraestructura. Esta central conectó diariamente a más de 53 mil usuarios con destinos en Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Morelos y Tabasco.

Los desperfectos más graves ocurrieron en los andenes de llegadas económicas, donde operaron empresas como Atha, Texcoco, Estrella Roja, Flecha Amarilla y AU. Filtraciones de agua, grietas en el suelo y parches improvisados fueron las constantes.

Durante un recorrido por las instalaciones se observaron pisos cuarteados, humedad en techos y paredes, así como áreas resbalosas. La falta de mantenimiento hizo del lugar un riesgo para pasajeros y trabajadores. En temporada de lluvias, el deterioro se agravó por las filtraciones que originaron charcos y zonas fangosas. El tránsito por pasillos se volvió inseguro, dificultando la movilidad dentro de la terminal.

Mantenimiento deficiente e inseguridad

Un trabajador de mantenimiento reveló que las reparaciones eran temporales. “Cuando llovía, el agua se metía por todos lados y solo hacían parches”, señaló bajo condición de anonimato. Los carretilleros también resultaron afectados al cargar equipaje entre grietas y caminos sin rampas. Jorge, con más de 20 años en el lugar, comentó que debían improvisar rutas. “Entre charcos y escaleras, cargábamos como podíamos”, dijo.

El deterioro estructural no fue el único problema. Los pasajeros señalaron poca iluminación, mala señalización y pasillos congestionados. La experiencia de viaje se volvió incómoda e insegura. “Parecía que estaban construyendo eternamente”, afirmó Ana, viajera constante hacia Puebla, al referirse al abandono que percibió en la terminal.

Fallas reconocidas por autoridades

La Secretaría de Movilidad, encargada de la supervisión del espacio, aceptó en ocasiones anteriores algunas “fallas menores”. Sin embargo, no concretó planes de rehabilitación integral. En contraste, testimonios apuntaron a un abandono sistemático de años. Ni las quejas de usuarios ni los riesgos visibles generaron una intervención sólida.

Trabajadores consultados coincidieron en que la terminal dejó de recibir inversión. La modernización se mantuvo como promesa sin cumplir. Las condiciones inseguras y precarias colocaron a la TAPO en una situación crítica, sin garantías mínimas para quienes transitaron a diario por sus instalaciones.

Urgencia de rehabilitación estructural

A pesar de su papel clave en el sistema de transporte interurbano, la TAPO permaneció marginada de proyectos de mejora. El flujo continuo de personas acentuó el desgaste. Diariamente, miles caminaron sobre superficies deterioradas con riesgo de sufrir caídas o accidentes.

La omisión institucional frente al estado físico del inmueble mostró un patrón de negligencia sostenida. La falta de inversión reflejó una política de desatención hacia espacios públicos esenciales. Pasajeros y trabajadores alertaron sobre la necesidad urgente de una intervención profunda. La solicitud principal fue un programa de mantenimiento permanente.

Testimonios revelan rutina peligrosa

Los testimonios recopilados retrataron una vida cotidiana entre riesgos. Tránsito con bultos sobre charcos, falta de rampas, iluminación insuficiente y techos con goteras dominaron la escena. El abandono de las áreas más económicas acentuó la precarización del servicio. La experiencia de viaje para sectores populares resultó la más golpeada.

La falta de señalización correcta generó extravíos, pérdidas de tiempo y riesgo adicional. Muchos usuarios no supieron cómo moverse con seguridad dentro del recinto. Los andenes se volvieron zonas de tensión, especialmente para personas con movilidad limitada, adultos mayores y niños.

Desinterés oficial frente al colapso

A pesar de ser una de las terminales más transitadas del país, la TAPO no figuró en planes de renovación urbana. El desinterés se expresó en cada grieta sin reparar, cada filtración ignorada, cada queja sin atender. La seguridad de miles quedó a merced del abandono.

El deterioro acumulado no fue producto de una sola administración, sino resultado de años de omisiones. En tanto, el flujo de pasajeros continuó sin cesar, forzado a adaptarse a un espacio colapsado, sin garantías mínimas de tránsito digno. –sn–

Central de autobuses Tapo
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