Nuevo ferrocarril unirá el centro y el Golfo de México.

Por Martín García | Reportero                                      

El gobierno federal proyectó un nuevo tren de pasajeros y carga entre ciudad de México, Puebla y Veracruz. Dos posibles rutas fueron consideradas, con salida desde el oriente capitalino hacia el puerto veracruzano.

La alternativa más viable propuso un trayecto directo a Puebla y de ahí a Veracruz, evitando el desvío por Tlaxcala. La otra opción cruzaría por Apizaco y Chiautempan para conectarse nuevamente con la ruta central.

Diseño y trazo inicial

El tramo total sería de aproximadamente 560 kilómetros, y su costo dependería del tipo de tren seleccionado. Las autoridades analizan opciones de baja, media o alta velocidad, según los estudios técnicos y presupuestales.

Las condiciones geográficas, con zonas montañosas y pendientes, elevaron el presupuesto inicial. Se estimó un costo de hasta 30 mil millones de dólares si se elige infraestructura de mediana o alta complejidad.

En tramos planos, se calculó un gasto promedio de 30 millones de dólares por kilómetro. Sin embargo, en regiones de sierra, el precio por kilómetro podría alcanzar entre 80 y 90 millones de dólares, según especialistas.

Inicio y tiempo de obra

Analistas señalaron que la obra tomaría al menos cuatro años, incluso si se reutilizan partes existentes. La licitación para el material rodante comenzaría una vez se apruebe oficialmente el proyecto ejecutivo.

El 50 por ciento del trazo utilizaría vías actuales, especialmente en la zona del Edomex y el altiplano central. La segunda mitad requeriría una inversión mayor por los desafíos de ingeniería.

El modelo del Tren Maya fue considerado una referencia técnica en la planeación del nuevo recorrido. Los encargados del proyecto revisaron viabilidad, rutas existentes y conexiones logísticas.

Rutas y estaciones previstas

El plan incluyó hasta 11 estaciones en la ruta México-Puebla-Veracruz, con salida desde el municipio de La Paz, Estado de México. Se conectaría con el AIFA y el tren interoceánico del Istmo.

Las tres estaciones mexiquenses previstas son AIFA, Los Reyes y Calpulalpan. En Puebla, se construirían seis: San Martín Texmelucan, Coronango, Puebla capital, Amozoc, Rafael Grajales y Esperanza.

Después de Puebla, el tren continuaría hacia Córdoba y concluiría en el Puerto de Veracruz. La conexión con los puertos busca impulsar la movilidad logística del corredor del Golfo.

Opción alterna por Tlaxcala

La segunda ruta planeada cruzaría por Tlaxco, Apizaco y Chiautempan. Esta alternativa eliminaría las estaciones de Calpulalpan y San Martín Texmelucan, según documentos internos del proyecto.

Ambas rutas mantendrían conexión con el AIFA y tendrían accesos para enlazar con proyectos prioritarios del sur del país. Las autoridades no han descartado aún ninguna opción de forma definitiva.

Esta obra se consideró estratégica para la infraestructura ferroviaria nacional. Su potencial de conexión abarca desde el altiplano central hasta el Golfo, reforzando los vínculos interestatales.

Impacto poblacional y económico

Se estimó que la población beneficiada por este proyecto superaría los 23 millones de personas. Las zonas rurales también serían incluidas en la estrategia de conectividad regional.

La Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario tiene a cargo la supervisión técnica del proyecto. Su participación garantiza el cumplimiento de normativas y estándares internacionales.

En el ámbito económico, se espera que el tren fortalezca el comercio interestatal e internacional mediante el T-MEC. Además, facilitaría el traslado de mercancías entre regiones productivas.

Conectividad sustentable

Los responsables del diseño previeron que este tren genere bajo impacto ambiental. La propuesta impulsa una movilidad más limpia, eficiente y segura en comparación con los viajes en carretera.

El proyecto contempla también el fortalecimiento del turismo nacional y extranjero. Se busca fomentar el desarrollo de polos económicos e industriales a lo largo de su trazo.

La salida desde La Paz, en el Estado de México, permitiría un nodo intermodal con autobuses, trenes y aeropuertos. Esta conectividad integraría regiones clave del centro y sureste del país. –sn–

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