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Opinión | ¡Quiero que me oigan! | Buena voluntad

Con un poco-mucho de buena voluntad: ¿Será que los medios de información tradicionales descubrirán, en este momento histórico, la oportunidad para definir una postura nueva?

Por Hilda Teresita Bautista Villegas

Cuando Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, declara con autoridad y audacia
que “África no es un continente pobre, sino que ha sido empobrecido”, con esa frase
contundente está destruyendo el discurso peyorativo que hemos escuchado o leído
en los medios de comunicación tradicionales, a lo largo del tiempo.

Por décadas, solo
escuchamos la voz de occidente transmitiendo una falsa imagen de escasez y pobreza
en los países africanos; menospreciando a los pobladores y poniendo en duda sus
propias capacidades de autogestión.

Aquella imagen de África difundida por los medios de comunicación más influyentes
en occidente se sostenía sobre discursos que hoy, vista la realidad africana bajo otro
prisma, la autopercepción de los propios africanos, descubrimos, por demás,
mentirosa.

En un principio aquel desprestigio mediático sirvió para justificar el colonialismo y la esclavitud; después, para validar ante la opinión internacional las gigantescas
extracciones, y finalmente para hacer un alarde “caricaturesco” de las “supuestas
ayudas humanitarias” que, comparadas con los millones saqueados en minerales,
metales y otros recursos, eran poco menos que limosnas ofensivas.

Mientras que los medios tradicionales de comunicación siempre fueron cómplices de
las empresas explotadoras, montando para ellas los escenarios que justificaran
cualquier trama abusiva contra todo un continente; hoy, a diferencia de aquel ayer
predominante, a la luz de la transparencia que el uso de los nuevos medios
informativos nos proporciona, podemos comprender la dimensión del daño
ocasionado por aquellos medios generadores de mentiras manipuladoras.

No obstante, lo anterior aquí descrito, aquella, aunque dolorosa, fue una etapa
ineludible de la evolución de las relaciones intercontinentales ya que los medios de
comunicación por su propia naturaleza y capacidades tecnológicas,no daban para
más.

Youtube y el fin del juego donde: “yo te engaño, tú me engañas, nosotros los
engañamos, ellos nos engañan y todos nos engañamos”.

El servilismo de los medios de comunicación a intereses económicos o políticos creó
durante décadas un bucle interminable de mentiras en torno a todos los asuntos
relacionados con la justicia, la política, la economía, la salud, la educación y otros
tantos asuntos humanos y humanitarios. Sin embargo, a toda noche de sueño le llega
el despertar y este despertar llegó con las tecnologías digitales, el Internet, las redes sociales y
Youtube.

La información verídica es el recurso más apreciado para el despertar del
autoconocimiento y reconocimiento propio. Así como está sucediendo en Burkina
Faso
, en otros países de África y hasta del mundo, la dignidad de los pueblos está
siendo rescatada por líderes , valientes y nacionalistas, decididos a frenar las políticas abusivas de algunos países europeos y especialmente
de Estados Unidos, cediendo lugar a la conciencia de la propia capacidad autogestiva
e imponiendo límites claros en cualquier trato comercial al que elijan adherirse.

Cuando se habla de algunos medios de comunicación que dieron soporte
inquebrantable a las políticas saqueadoras del capitalismo neoliberal, es inevitable
recordar que Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los más ricos del
mundo, también es el mayor accionista del New York Times.

Es evidente que cuando un medio informativo difunde imágenes distorsionadas de la
realidad sobre cualquier país o continente, está creando intencionalmente un sesgo
informativo inclinado hacia el capitalismo neoliberal, ya que es ese sistema el que
paga por esas distorsiones. A cambio de anuncios pagados por accionistas
vinculados a sectores extractivos, el medio informativo aplica a sus escuchas o lectores, información acorde con el propósito de moldearlos
colectivamente y así manipular la realidad, presentando “otra” distinta a aquella en la
que viven la mayoría de los ciudadanos de carne y hueso en el mundo entero.

¿El propósito geopolítico?

Justificar, con argumentos, con lenguaje calculado, las atrocidades cometidas por empresas
saqueadoras, que, en territorios ajenos, toman, sin comprar, los bienes extraídos; pagando, quizá, míseros impuestos y con poco o nulo beneficio económico y social para los
trabajadores cuya fuerza de trabajo es utilizada y sus bienes territoriales arrebatados.

África posee el 70% del cobalto del mundo, el 90% del platino, el 30% del oro, el 65%
de los diamantes y el 35% del uranio. Celulares, computadoras o autos eléctricos no
podrían funcionar sin estos recursos provenientes de aquel continente.

Nunca, hasta antes de Ibrahim Traoré, los bienes propios de Burkina Faso habían
incrementado el nivel de vida de los burkineses.

En un discurso reciente Ibrahim Traoré se pregunta, cuántas veces los medios de
comunicación tradicionales, refiriéndose a periódicos y televisoras, ¿han hablado del
milagro tecnológico de Ruanda? ¿O han mostrado el proyecto de reforestación de Etiopía? ¿O se ha elogiado el éxito democrático de Botswan? ¿O el ecosistema
empresarial de Kenia?

El cobalto de África proviene del Congo, pero en el Congo,
para muchos el teléfono celular es inaccesible. Sudáfrica posee el 90% de las reservas mundiales del platino que se utiliza en convertidores catalíticos, dispositivos
electrónicos, implantes médicos pero los sudafricanos carecen de empleo.

Las centrales nucleares del mundo funcionan con el uranio africano. Las luces de París brillan con el uranio de África, mientras los pueblos africanos viven en la oscuridad.

En fin, resulta ofensivo escuchar la dimensión de las cifras en miles de millones de dólares que países como Suiza, Londres, Francia, Australia o Estados Unidos obtienen, de las riquezas que extraen de África, sin impulsar, en correspondencia y cómo pago, el desarrollo que ese
continente merecería a cambio de sus riquezas.

Si mostrar, durante décadas la imagen artificial de un continente «supuestamente incapaz de subsistir por sí
mismo», justificaba ante el mundo la viabilidad de explotar sus recursos de manera
abusiva; la evolución misma de la tecnología, creada a partir de los recursos robados
a África, es el camino que está dando paso a las nuevas formas de trasmitir para romper con la hegemonía de los medios de comunicación antiguos, poniendo a disposición de otros
narradores, el recurso informativo que permite mostrar, con pelos y señales, la mencionada
“otra” realidad, ésa en la que viven los ciudadanos de carne y hueso en el mundo entero.

Carlos Slim, el filántropo que vela por el bien de sus compatriotas

Actualmente, debido al despertar de la conciencia colectiva en el mundo están
surgiendo nuevas reglas para la comunicación, el desarrollo económico y la gestión
política y social. Esta nueva era en ascenso está marcando el fin de las economías
saqueadoras y las ideologías supremacistas porque la mejor herramienta del
despertar de la humanidad para el descubrimiento de su propio poder es el conocimiento
veraz y ése ya lo tenemos a disposición.

Por esta razón, es posible suponer que el ingeniero Carlos Slim, quien ha impulsado una infinidad de iniciativas a través de sus empresas y la Fundación Carlos Slim, para apoyar la economía y el bienestar de los
mexicanos, también puede asumir un rol de liderazgo, desde su posición en el New
York Times
, frente al discurso anacrónico de los medios de comunicación tradicionales, modificando la postura de ese periódico ante distorsiones, para evitar la manipulación ideológica y más bien conducir el reporte informativo, a un discurso nuevo, veraz; con
una filosofía que incline al mundo hacia la cooperación y no a la competencia; hacia el
respeto y la colaboración; hacia la complementación y no a la aniquilación.

Sé que mi fantasía es audaz pero solo aquello que se imagina puede convertirse en
realidad.

Sin embargo, el cambio no depende únicamente de figuras influyentes, sino de la
conciencia colectiva de los lectores y ciudadanos que, además de exigir información veraz y transparente, están dispuestos a no conformarse, así porque sí, con las
versiones calculadas.

Mejor que no nos digan, que no nos cuenten y ¡vámonos a verificar!

Columna anterior: ¡Hazme nacer!



Escritora independiente. Apasionada de temas políticos, sociales y espirituales. Estudiosa de la salud holística y de la física cuántica, desarrollo personal, psicología e historia. Poeta, compositora de canciones y creadora de recetas de cocina, ¡deliciosas!

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