El Mundial 2026 será un sueño costoso y un reto financiero para los mexicanos.
Por Deyanira Vázquez | Reportera
Para millones de aficionados en México, asistir a un Mundial no solo representó un viaje, sino un sueño tejido con goles, camisetas y emociones compartidas. Sin embargo, convertirlo en realidad en 2026 significó un gran desafío financiero para las familias.
El cálculo general estimó entre 38 mil y 69 mil pesos por persona para asistir al menos a un partido, ya fuera en México, Estados Unidos o Canadá, lo que situó al torneo como uno de los eventos más caros para los seguidores.
La pregunta fue inevitable: ¿qué significó este gasto en la economía real de los mexicanos?, y cómo afectó directamente sus prioridades cotidianas de vivienda, educación y ocio durante los preparativos rumbo al Mundial 2026.
El precio de la pasión
Un boleto estimado entre 5 mil y 8 mil pesos equivalió a trabajar entre 18 y 29 días al salario mínimo en México, un impacto considerable.
El gasto total de un viaje mundialista representó hasta 30% del ingreso anual promedio de un trabajador formal, lo que colocó a los aficionados en una encrucijada financiera importante.
Ver tres partidos en vivo tuvo un costo equivalente a meses de renta, decenas de canastas básicas o unas vacaciones familiares completas en Cancún, de acuerdo con comparativos económicos realizados por analistas especializados.
El sueño futbolero compitió directamente con prioridades como vivienda y educación, además de impactar el gasto disponible en ocio, ilustrando cómo el fervor deportivo presionó los presupuestos familiares.
Incremento frente a mundiales pasados
Asistir al Mundial 2026 fue entre 10% y 20% más caro que Brasil 2014, aunque resultó más accesible que Qatar 2022 gracias a la cercanía geográfica con México, señalaron especialistas en consumo deportivo.
Los factores que encarecieron la experiencia incluyeron inflación global, incremento en costos de vuelos y la expansión del torneo a más partidos, lo que generó mayor demanda de hospedaje y boletos.
La diferencia internacional también fue visible: para un estadounidense promedio el gasto equivalió a menos de un mes de salario, mientras que para un mexicano representó el sacrificio de ahorros anuales completos.
Esa brecha reflejó tanto la desigualdad de ingresos como el peso económico que un evento global impuso en la economía personal de los asistentes mexicanos.
Impacto en el consumo interno
Más allá de los viajes, el Mundial impactó en la vida cotidiana dentro de México.
Datos de la empresa Kueski Pay registraron un incremento notable en compras relacionadas con fútbol, desde jerseys y televisores hasta consumo en bares y restaurantes durante los partidos.
Este fenómeno ilustró el concepto del gasto por emoción, un patrón de consumo que, sin planeación, derivó en endeudamiento en algunos sectores de la población.
El efecto multiplicador del Mundial se observó en la actividad comercial, que aumentó de forma considerable en fechas de juego, sobre todo en las principales ciudades del país.
Estrategias financieras recomendadas
Expertos de Kueski recomendaron planear con anticipación, ahorrar de forma programada y evitar fraudes al adquirir boletos únicamente en sitios oficiales.
Sugirieron también reservar vuelos y hospedajes con tiempo, lo que permitió ahorros de dos dígitos en algunos casos, además de utilizar plataformas financieras seguras para cubrir gastos adicionales.
El uso de Kueski Pay fue planteado como herramienta para dividir pagos sin tarjeta de crédito, mientras que Kueski Préstamos ofreció respaldo formal para financiar montos específicos.
Estas estrategias buscaron equilibrar la pasión futbolística con la estabilidad económica, reduciendo el riesgo de que el sueño mundialista se transformara en carga financiera.
Errores más comunes detectados
Entre los errores frecuentes destacaron posponer el ahorro, calcular solo boletos y omitir hospedaje, transporte y extras.
Otros incluyeron reservar viajes a última hora, lo que duplicó los costos y dejó a varios aficionados fuera de la posibilidad de asistir al torneo.
Cada error identificado generó un sobrecosto significativo, afectando la planeación y complicando la experiencia para los seguidores mexicanos del fútbol.
La falta de previsión convirtió a algunos sueños mundialistas en imposibles, aun con la cercanía geográfica del torneo de 2026.
Mundial en casa
No todos viajaron a Estados Unidos o Canadá, pero la pasión también se vivió en México.
Fan zones, transmisiones públicas y reuniones familiares implicaron gastos adicionales que requirieron presupuestos específicos para no afectar las finanzas personales.
Separar un fondo para consumo en actividades relacionadas con el torneo resultó tan importante como hacerlo para vacaciones o aguinaldos, según especialistas consultados.
La planeación permitió que la experiencia mundialista pudiera disfrutarse en el país sin comprometer la economía familiar ni caer en deudas prolongadas. –sn–


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