El sismo de 1985 dejó miles de muertos y mostró la fuerza de la solidaridad mexicana.

Por Fausto Hernández | Reportero                                                       

Este viernes 19 de septiembre se conmemoran cuatro décadas del terremoto que destruyó la capital de la República Mexicana y estremeció a todo el país. Un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter cimbró a millones de personas.

El movimiento telúrico duró cerca de 90 segundos y transformó a la ciudad más poblada del país. El miedo, la angustia y la incertidumbre se apoderaron de la población en lo que se convirtió en la peor tragedia sísmica moderna de México.

Las cifras oficiales señalaron que más de 10 mil personas perdieron la vida a consecuencia del terremoto. Miles de edificios colapsaron y las imágenes de los rescates marcaron la memoria colectiva de generaciones enteras.

Testimonios de sobrevivientes

Solo quienes vivieron el sismo pudieron describir el horror que se sintió aquella mañana. Uno de ellos fue el ingeniero Rafael Hinojos, quien compartió con este medio parte de sus memorias personales.

En 1985, Hinojos ya residía en Aguascalientes, pero al enterarse de la noticia viajó a la Ciudad de México. Sus padres se encontraban en la capital y lo primero que hizo fue asegurarse de que estuvieran a salvo.

Una vez tranquilo por la seguridad de su familia, salió a recorrer las calles y documentar con fotografías la magnitud de la destrucción. Su cámara captó escenas de devastación, polvo y escombros que aún guarda en su archivo personal.

Uno de los sitios que lo impactó fue el colapso del Edificio Nuevo León en Tlatelolco, donde murieron más de 400 personas. Recordó que los rostros de dolor convivían con la solidaridad de quienes rescataban sin descanso.

Solidaridad en medio de la tragedia

La tragedia también mostró la fortaleza del pueblo mexicano que encontró formas de organizarse. Brigadas espontáneas surgieron en las calles para remover escombros y auxiliar a desconocidos.

Vecinos, estudiantes y médicos improvisaron hospitales y centros de apoyo en medio del caos. La ayuda internacional comenzó a llegar, pero la reacción ciudadana fue la primera respuesta efectiva tras el desastre.

El terremoto reveló también la fragilidad de las instituciones en esos años, incapaces de dar respuesta inmediata. La sociedad civil tomó protagonismo en labores de rescate, lo que marcó un cambio en la relación entre gobierno y ciudadanos.

El recuerdo de esos días continúa presente en cada aniversario, como símbolo de unión y resiliencia nacional.

Heridas y memoria colectiva

Han pasado 40 años y la memoria del sismo sigue viva en millones de mexicanos. Cada septiembre, sirenas y simulacros recuerdan que la prevención es esencial en un país sísmico.

El homenaje a las víctimas busca también honrar a quienes ofrecieron ayuda desinteresada. La memoria de brigadistas, médicos y voluntarios se convirtió en parte de la historia de la nación.

La tragedia dio paso a la creación de nuevas normas de construcción para evitar colapsos similares. Ingenieros y arquitectos participaron en la revisión de reglamentos para reforzar la seguridad estructural en la capital.

La Ciudad de México cambió para siempre, pero el recuerdo del 19 de septiembre se mantiene imborrable.

Un legado de prevención

El sismo de 1985 dejó enseñanzas que aún guían la protección civil en México. Nuevos organismos fueron creados para coordinar respuestas en caso de desastres naturales.

La tragedia también sensibilizó a las nuevas generaciones sobre la importancia de la preparación. En escuelas y oficinas se realizan simulacros que tienen como referente aquel devastador episodio.

Los testimonios de sobrevivientes y las fotografías de destrucción forman parte de archivos históricos. Museos y exposiciones en la capital preservan la memoria colectiva de un día que cambió la vida nacional.

El próximo viernes, México recordará no solo la tragedia, sino también la solidaridad que nació de la adversidad. –sn–

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