Un viaje entre la belleza y el peso del progreso. El sábado 4 de octubre de 2025 salí en autobús desde la Ciudad de México rumbo a Uruapan. El viaje dura poco más de seis horas.
Por Hilda Teresita Bautista Villegas
Durante el primer trayecto me entretuve admirando la hermosa y fértil naturaleza, leyendo, reflexionando y durmiendo a ratos.
Sin embargo, al salir de Morelia, cuando empezó a caer la noche, llamaron mi atención la enorme cantidad de vehículos de grandes dimensiones que transitan junto a los coches particulares por esta carretera oscura, como una caverna carente de iluminación. Esa negrura, devorando el trafico febril, encendió dentro de mí una llama de preocupación por la escasa visibilidad y estrés asociado. Esto advierte que la falta de previsión en la planeación representa una amenaza latente al interior de nuestras carreteras.
Al mismo tiempo y a partir de las siete de la tarde descubrí que estos caminos carreteros -me refiero a los dos carriles de la autopista- son el reflejo vivo del enorme auge económico que circula en esta parte del país.
El peso del desarrollo
Antes de llegar a Pátzcuaro está el entronque hacia el puerto de Lázaro Cárdenas. Este puerto es crucial para México por su ubicación estratégica en el Pacífico, su capacidad para movilizar grandes volúmenes de carga diversa y su infraestructura moderna, que lo convierten en un punto logístico clave del comercio internacional, especialmente en el flujo entre Asia y México y para la conectividad del centro del país con las rutas marítimas globales.
Además, es uno de los puertos más importantes del país y cumple un papel fundamental en la industria y el intercambio comercial, pero al mismo tiempo, y lamentablemente, sobrecarga las arterias de nuestro México.
Según los datos más confiables disponibles -reunidos de distintas fuentes en línea y de estimaciones propias, pues no es información pública o de fácil acceso-, por ambos sentidos de esta autopista, diariamente circula un promedio de veinte mil a treinta mil camiones de carga de grandes dimensiones como: pipas de combustible, agua o transporte de logística, menudista, agrícola, automotriz y de la construcción.
Se dirigen a diferentes destinos, aunque muchos de ellos van directamente hacia el puerto de Lázaro Cárdenas.
El tamaño sí importa ¡y mucho!
Cuando menciono que esos vehículos son inmensos, es literal: algunos pueden medir hasta 31 metros de largo.
A mí y quizás a muchas personas más, me da escalofrío pensar en ir manejando durante la noche por esta carretera abarrotada, carente de iluminación y junto a cientos de esos vehículos gigantes.
Si una camioneta familiar o un auto mediano suelen medir cinco metros de largo, eso quiere decir que un solo camión con doble remolque, de punta a punta, equivale en longitud a seis autos o camionetas alineados.
Y si un camión de ese tamaño, vacío puede pesar entre 15 y 20 toneladas, y lleno llega a 75 toneladas, eso significa que la masa de un solo vehículo de carga de grandes dimensiones equivale al peso de 37 camionetas familiares o 53 autos medianos.
¡Que alguien saque su calculadora para obtener el estimado de lo que una carretera soporta cada día “en peso”, refiriéndonos a la masa!
Casetas de cobro que sopesan (calculan) en pesos, el peso(tons) que pesan (cargan) las autopistas
Al hablar de “peso” referido a la masa, inevitablemente surge otra pregunta:
¿Cuántos “pesos monetarios” recaudan las 13 casetas de cobro que hay desde la Ciudad de México hasta Uruapan, o hasta el puerto de Lázaro Cárdenas y viceversa? Un auto que realiza el recorrido completo en un sentido paga 947 pesos aproximadamente, un camión puede llegar a pagar 400 pesos o más.
Con la recaudación del aforo vehicular que ya mencionamos, es fácil imaginar que sin duda hay recursos suficientes para “enchular” las autopistas.
México posee la tecnología y a los ingenieros capaces de construir caminos de primer mundo.
Una de las grandes muestras de desarrollo en los países del llamado “primer mundo” son sus carreteras bien iluminadas, señalizadas y sin baches.
En estos tiempos en que contamos con paneles solares, pavimento autoregenerativo y pavimento luminiscente, México tiene la tecnología necesaria para elevar la seguridad y la estética de su infraestructura.
Desde cualquier punto de vista, mejores caminos garantizan seguridad y transparencia:
• Seguridad para los conductores.
• Transparencia para saber qué transportan esos vehículos.
En China, por ejemplo, las carreteras parecieran indestructibles. Duran cien años gracias a la base de malla de hierro sobre la que se vierte el concreto, distribuyendo el peso de manera uniforme y evitando que la presión se concentre en un solo punto vulnerable.
En cambio, en México las carreteras se construyen principalmente con asfalto, concreto, grava y arena, lo que las hace más frágiles por quebradizas.
Sin embargo, existen propuestas mexicanas innovadoras, como el aditivo PAFLEC, desarrollado por un joven ingeniero.
PAFLEC reutiliza caucho de neumáticos desechados, es autoreparable, sostenible y de larga duración. Su registro para uso masivo aún está en proceso, pero representa una esperanza real para la ingeniería vial mexicana.
¡No se vale que los grandotes se pongan con los chiquitos!
No puedo imaginar un helicóptero volando entre una flotilla de aviones.
Lo mismo sucede en el ámbito terrestre: los vehículos particulares desentonan junto a las unidades de grandes dimensiones.
Desde la perspectiva de la seguridad, a un particular puede resultarle aterrador compartir el mismo camino con esos monstruos de acero que transportan materiales peligrosos, combustibles o maquinaria pesada.
Me pregunto si el Plan México de desarrollo económico ha considerado la afectación que la vida familiar y ciudadana padecen, cuando los autos particulares se ven obligados a (competir por) compartir territorio con camiones que multiplican su masa por decenas.
Según las cifras aproximadas, si en un día cualquiera circulan entre veinte mil y treinta mil camiones de carga junto a 12 mil vehículos familiares, la desproporción es enorme, y todavía más radical cuando se mide en términos de masa o volumen de carga.
Caminos separados: una necesidad impostergable
Los caminos de México deben dividirse entre rutas industriales y rutas ciudadanas.
No es razonable que miles de camiones de carga de hasta 75 toneladas compartan espacio con vehículos familiares o de transporte público.
La convivencia entre unidades pesadas y autos particulares representa un riesgo constante, un desgaste innecesario de la infraestructura y una fuente de accidentes que podrían evitarse con planificación inteligente.
Por seguridad, eficiencia y respeto a la vida, urge planificar vías separadas que permitan al país avanzar hacia un desarrollo ordenado, sostenible y humano.
Por eso elevo un ruego al gobierno federal y a los estatales, a todas las instancias de gobierno involucradas, así como a los empresarios para que los caminos se separen por seguridad.
México necesita una red de caminos diferenciados -unos para el transporte industrial pesado y otros para la movilidad civil-.
Solo así el progreso podrá circular sin atropellar la seguridad ciudadana.
“¡Quítate, que ahí voy!”
Eso parecen decir esas masas rodantes de acero que cargan toneladas de materiales y se desplazan sobre 6, 14 o hasta 22 llantas.
Conducir un vehículo pequeño en medio de esos gigantes implica numerosos riesgos:
*Que el conductor del camión no vea al auto desde su ángulo.
*Quedar atrapado entre dos vehículos altos.
*Rebasar un camión sin que este perciba al auto frente a él.
*No poder establecer contacto visual con el conductor del vehículo grande.
*Quedar encerrado en un embotellamiento entre unidades pesadas.
*No ser visible de noche por fallas en los faros, lluvia o empañamiento.
Conclusión: caminos para todos, no solo para los gigantes
En las condiciones actuales, es ofensivo a un grado muy evidente que estos caminos no pertenecen a la ciudadanía que paga sus cuotas, son casi exclusivos y privados para las empresas transportistas. Pero sabemos que esto tiene que cambiar para mejor porque existe la disposición oficial para no suprimir los derechos ciudadanos en pro de los empresariales y como la ciudadanía tampoco desea el estancamiento económico, coincidimos en que se requiere análisis y debate para rediseñar entre todos los afectados, las rutas del desarrollo y garantizar que el progreso avance con seguridad, equilibrio y humanidad.
Columna anterior: Yom Kippur
• Escritora independiente. Apasionada de temas políticos, sociales y espirituales. Estudiosa de la salud holística y de la física cuántica, desarrollo personal, psicología e historia. Poeta, compositora de canciones y creadora de recetas de cocina, ¡deliciosas!


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