Pymes reorganizan liquidez y crece presión por financiamiento. Liquidez empresarial en tensión.
Por Deyanira Vázquez | Reportera
El cierre de 2025 obligó a miles de empresarios y pymes a reorganizar su liquidez ante un arranque de año que exigía más capital y generaba menor venta, situación que fue registrada por el Banco de México al confirmar un crédito vigente de 13.4 billones de pesos.
Muchas compañías dependían de financiamiento para sostener inventarios, mantener capital de trabajo o estabilizar flujos en un entorno de mayor volatilidad. Ese escenario evidenció la fragilidad operativa de negocios pequeños y medianos frente a ciclos de baja actividad.
Para una gran parte de los pequeños negocios, acceder a crédito no fue una alternativa adicional, sino un requisito operativo para sobrevivir las primeras semanas del año, en un contexto donde el costo financiero imponía límites estratégicos. El Índice Nacional de Precios al Productor registró variaciones superiores al 6% en 2025 según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, impulsadas por el encarecimiento de insumos industriales, transporte y bienes intermedios. Estas presiones añadieron obstáculos estructurales para compañías que ya operaban con márgenes estrechos.
A este panorama se sumó que cerca del 90% de las pymes operaba con recursos propios, lo que reducía su capacidad de expansión y las obligaba a adelantar compras, proteger inventarios y buscar financiamiento anticipado. El Banco de México señaló que el costo anual total de las tarjetas empresariales superaba el 40%, mientras que los créditos de capital de trabajo se ubicaban entre 28% y 35%, cifras que llevaron a muchos negocios a cuestionar si debían liquidar deudas, consolidarlas o invertir en oportunidades de crecimiento.
Presión financiera pyme
Para Ricardo Arenas, vocero de Yotepresto.com, la decisión dependía de comprender el rendimiento real de cualquier alternativa y evaluar riesgos con precisión. Explicó que el problema no siempre estaba en la deuda o el capital disponible, sino en elegir instrumentos incomprendidos que podían comprometer la estabilidad del negocio. Recordó la frase de Warren Buffett sobre que el riesgo provenía de no saber lo que se estaba haciendo, señalando que rendimientos muy superiores al promedio podían anticipar fraude o exposición elevada.
Para muchas pymes, la disyuntiva no fue únicamente financiera, sino operativa, ya que la Asociación de Emprendedores de México estimó que una de cada tres cerraba por problemas de flujo y no por falta de ventas. Según Arenas, el orden debía iniciar por la estructura financiera interna, donde la planeación definía la capacidad de resistir periodos complicados. Detalló que el presupuesto representaba una brújula y no una herramienta de control, pues sin conocer el destino del dinero era imposible determinar capacidad de inversión, ahorro o endeudamiento.
Arenas recomendó comenzar con una reserva de contingencias colocada en instrumentos líquidos y regulados, como Bonddia de Cetes Directo, lo que ofrecía estabilidad inicial antes de asumir riesgos mayores. Indicó que esa base permitía que las compañías enfrentaran picos de gasto, retrasos en pagos o caídas temporales de ingresos sin comprometer operaciones esenciales. Subrayó que un negocio que ordenaba su flujo podía tomar decisiones más informadas sobre financiamiento, inversión o expansión. –sn–


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