En los últimos meses, España ha debatido con creciente inquietud la vulnerabilidad de su sistema energético frente a fenómenos extremos
Por Deyanira Vázquez | Reportera
Las alertas por calor, la presión sostenida sobre la demanda eléctrica y la elevada tensión en redes vinculadas al turismo revelaron una fragilidad estructural.
El país avanza hacia un consumo en expansión, condicionado por un mix dependiente del clima y por infraestructuras que ya operan cerca de su límite. Esta situación obliga a buscar soluciones que no respondan únicamente al ciclo meteorológico y que permitan preservar la continuidad del suministro.
De manera paralela, un acontecimiento menos mediático, pero de alcance internacional, ha modificado el marco conceptual en el que se evalúan las tecnologías emergentes. –sn–

