Guatemala consolidó paisajes naturales y herencia cultural como ejes del turismo de bienestar.
Por Deyanira Vázquez | Reportera
El país centroamericano presentó escenarios volcánicos, selvas y lagos como sedes de experiencias de bienestar vinculadas al entorno natural. Las tierras altas y los santuarios naturales alojaron actividades enfocadas en descanso y prácticas tradicionales. La oferta se estructuró fuera de los modelos convencionales de retiro.
Las tradiciones mayas aportaron prácticas restaurativas integradas a propuestas turísticas especializadas. Rituales ceremoniales, medicina herbolaria y actividades espirituales formaron parte de los programas disponibles. Estas experiencias se desarrollaron en espacios comunitarios y centros dedicados al bienestar.
La combinación de patrimonio, espiritualidad y naturaleza definió la estrategia turística. Las autoridades y operadores promovieron estancias con enfoque cultural. El modelo se orientó a visitantes interesados en bienestar integral.
Tradiciones ancestrales
El patrimonio maya sustentó ceremonias como el temazcal y meditaciones guiadas. Estas actividades se ofrecieron dentro de programas estructurados de bienestar holístico. Los participantes accedieron a prácticas documentadas de origen ancestral.
Centros de retiro como Casa Curativa impartieron cursos de medicina herbaria tradicional. Los talleres incluyeron elaboración de remedios y conocimientos botánicos locales. Las actividades se integraron a estancias de aprendizaje cultural.
Espacios como Casa Floresta desarrollaron rituales Forest Path con baños de sonido y ceremonias guiadas. Las sesiones se realizaron en entornos naturales controlados. Los programas mantuvieron lineamientos espirituales tradicionales.
Bienestar activo costero
La costa del Pacífico figuró como destino para surf y bienestar físico. Programas especializados combinaron actividades acuáticas y prácticas corporales. La oferta se concentró en comunidades costeras.
Iniciativas como Shanti Surf Camp ofrecieron clases de surf y yoga estructuradas. Los hoteles de estilo de vida, como Swell, integraron meditación y respiración consciente. Las actividades se realizaron frente al mar.
Los programas atendieron tanto a principiantes como a practicantes avanzados. Las estancias incluyeron rutinas diarias planificadas. La región mantuvo una propuesta orientada a estancias prolongadas. –sn–


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