Gaza se afianzó como la zona más peligrosa del mundo en 2024. México, tercer lugar de países de mayor riesgo para periodistas.Un “retrato” de los depredadores de la libertad de prensa: RSF
Por Luis Muñoz
Parece que no hay lugar seguro en el mundo para los periodistas, a pesar de los esfuerzos que se hacen para desempeñar su labor de manera más segura. Los lugares de mayor riesgo son los territorios en guerra y donde las mafias del narcotráfico imponen “su ley”.
De esta situación da cuenta el Balance 2024 de Reporteros Sin Fronteras (RSF), organismo que revela un recrudecimiento alarmante de los ataques contra comunicadores, especialmente en las zonas de guerra, donde se concentra la mitad de los asesinatos de profesionales de la información registrados el año que acaba de concluir.
Gaza, según el informe, se afianzó como la zona más peligrosa del mundo en 2024, y como el territorio con mayor número de periodistas asesinados en el ejercicio de sus funciones en los últimos cinco años.

El Ejército israelí ha matado a más de 145 periodistas desde octubre de 2023, de los cuales al menos 35 han sido deliberadamente asesinados durante su trabajo o debido a él. Por otra parte, 550 periodistas están encarcelados actualmente en todo el mundo, lo que supone un aumento del 7% con respecto al año anterior; esta violencia, a menudo perpetrada por gobiernos o grupos armados con total impunidad, exige una respuesta inmediata. RSF insta a que se tomen medidas urgentes para proteger a los periodistas y al periodismo.
LOS PERIODISTAS NO MUEREN, SON ASESINADOS
El balance de RSF observó que los periodistas no mueren, son asesinados; así que morir no puede ser un factor más de riesgo asumible por ejercer el periodismo. La protección de los periodistas y su formación para cubrir conflictos ha registrado importantes avances y las acciones de RSF dan a menudo sus frutos, reduciendo las amenazas que pesan sobre los reporteros o consiguiendo su liberación.
Pero, un año más, el balance muestra el alto precio humano que paga el periodismo y dibuja el retrato de los depredadores de la libertad de prensa, de esos poderes represivos y de esos grupos armados que atacan a quienes trabajan cada día para ofrecer una información fiable.
RSF sostiene que la fatalidad no puede esgrimirse como argumento, ni la forma pasiva puede utilizarse como expresión. Los periodistas no mueren, los matan; no están en la cárcel, los regímenes los encierran; no desaparecen, los secuestran. Estos crímenes vulneran el derecho internacional y, con demasiada frecuencia, quedan impunes. De víctimas colaterales, los periodistas han pasado a ser objetivos, testigos incómodos, incluso moneda de cambio, peones en el juego diplomático. El número de periodistas asesinados en zonas de conflicto es el más elevado de los últimos cinco años.
En Gaza, la magnitud de la tragedia supera cualquier calificativo. Desde octubre de 2023 han sido asesinados más de 145 periodistas, al menos 35 de los cuales fueron deliberadamente asesinados en el ejercicio de su trabajo. Muchos de estos reporteros eran identificables y estaban protegidos por su condición de periodistas, y, sin embargo, fueron abatidos por ataques israelíes que ignoraron a sabiendas las convenciones internacionales.
A todo ello hay que añadir el apagón mediático orquestado por Israel y la prohibición que ha impuesto de entrar en la Franja a periodistas extranjeros. En 2024, reitera el balance, Gaza se ha convertido en la región más peligrosa del mundo para los periodistas, donde el propio periodismo está amenazado de extinción.
Un tercio de los profesionales de los medios asesinados este año lo fueron por bombas de las fuerzas armadas israelíes. Israel se ha convertido también en una de las 5 mayores cárceles de periodistas del mundo. Más allá de Gaza, otros conflictos y otras realidades se desarrollan lejos de los focos.
Sudán se ha convertido en una trampa mortal para los periodistas, atrapados entre facciones militares y paramilitares. Y fuera de los escenarios de guerra, tampoco el periodismo se libra. Pakistán, donde siete periodistas fueron asesinados en 2024, y México, con 5 víctimas mortales, figuran entre los tres países con mayor número de asesinatos de profesionales de la información en los últimos cinco años, y se mantienen como el blanco implacable del crimen organizado y las facciones armadas.
En Bangladesh, la violenta represión de las manifestaciones se ha saldado con cinco periodistas muertos. Las fuerzas de seguridad los atacaron deliberadamente, en un intento sistemático de censurar la cobertura de esta revuelta histórica, que ha acabado con el derrocamiento del gobierno.
Por último, en Birmania, en el marco de un conflicto ampliamente ignorado por los medios internacionales, tres periodistas han sido asesinados. No los conocí personalmente, cita RSF, pero inevitablemente me recuerdan a los valientes reporteros birmanos con los que me reuní en Chiang Mai (Tailandia), el pasado octubre, para lanzar un programa de apoyo de RSF estrechamente adaptado a las necesidades de estos informadores a los que no se puede considerar “exiliados”, porque cruzan regularmente la frontera con su país para ir al frente a tomar imágenes y recabar historias. Insistamos en ello: los periodistas no mueren, son asesinados. Hay que pedir cuentas a todos los responsables de estos crímenes, empezando por las fuerzas armadas israelíes, que desde el 7 de octubre de 2023 ya no se escudan en investigaciones fantasiosas, ni disfrazan los ataques contra periodistas de lucha antiterrorista, añadiendo ignominia a la eliminación física deliberada. Es necesario sacudirnos y activarnos, y recordar que es por nosotros, los ciudadanos, para informarnos, por lo que mueren asesinados los comunicadores.

La indolencia de los poderes públicos sólo es posible gracias a una indiferencia aún demasiado marcada de los ciudadanos. Por eso, el compromiso de RSF es no ceder al fatalismo, pues las cosas pueden suceder de otro modo. Proteger a quienes nos informan es proteger la verdad. Sigamos contando, denunciando, investigando, para que se haga justicia. Dedico este informe a la periodista ucraniana Victoria Roshchyna, cuyos familiares se enteraron de su muerte en prisión el pasado 10 de octubre. En el momento de escribir estas líneas, no han recibido ninguna explicación de las autoridades rusas sobre las circunstancias de su detención y muerte, y ni siquiera han podido recuperar su cuerpo. Informar no es un delito; matar para silenciar sí lo es. Thibaut Bruttin, Director general de RSF
¿HAN FALLADO LOS MECANISMOS DE PROTECCIÓN?
Dado el peligro que supone ejercer el periodismo en México, más de 650 profesionales de los medios son beneficiarios actualmente de mecanismos estatales de protección. A pesar de ello, el periodista y fundador del medio «El Hijo del Llanero Solititito«, Alejandro Alfredo Martínez Noguez, fue asesinado a tiros dentro del coche policial que lo escoltaba mientras regresaba de un reportaje. ¿Acaso no revela eso fallas en los mecanismos de protección?
De acuerdo con la información, en 2024, México concentró más de 30% de los casos de periodistas desaparecidos a nivel mundial y ocupó el tercer lugar de países más peligrosos, sólo por detrás de Palestina y Paquistán, zonas en conflicto armado.
*Periodista: lm0007tri@yahoo.com.mx
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