Sheinbaum se deslinda de prohibir los narcocorridos: “Prefiero la educación que la censura”

Por Paola Ramírez | Reportera

La presidente Claudia Sheinbaum negó que existiera una política de censura federal contra los narcocorridos y aseguró que su administración privilegió la educación y la formación sobre la prohibición de contenidos culturales. Así respondió ante la pregunta de una reportera del medio Billboard.

Sheinbaum Pardo aclaró que el gobierno federal no impulsó una regulación específica para ese género musical, pese a que varias entidades del país ya emitieron medidas restrictivas sobre su difusión en espacios públicos.

“Yo no soy partidaria de las prohibiciones en este caso. Hay otras que me parecen que son importantes”, expresó la mandataria. Asimismo, subrayó que la Secretaría de Gobernación no ejerció censura sobre estos contenidos, sino que participó en procesos de clasificación por edad.

La polémica resurgió luego del conflicto en la Feria del Caballo de Texcoco, donde el cantante Luis R. Conriquez se negó a interpretar narcocorridos tras la intervención de autoridades locales que le solicitaron abstenerse.

La clasificación sí existió, pero no la censura federal

La presidente recalcó que, si bien existió una normatividad que clasificó los contenidos, esta no implicó una supresión de libertades. “No hay censura. Lo que hay es una clasificación de qué se puede ver según qué edad”, comentó durante su declaración.

También explicó que la regulación en materia de contenidos musicales correspondió a los gobiernos estatales, y no al federal. Por ello, sostuvo que las medidas adoptadas en algunas entidades no fueron una imposición de su administración.

En la conversación con la prensa, Sheinbaum comparó los casos de prohibición de narcocorridos con otras decisiones que sí consideró necesarias, como la exclusión de frituras y dulces en las escuelas públicas del país.

Dicho ejemplo, señaló, fue impulsado desde un enfoque de salud pública, y no como una forma de censura. Aún así, matizó que no se trató de una eliminación absoluta, sino de una medida preventiva en contextos escolares.

La cultura de paz como alternativa a la violencia musical

Frente a la posibilidad de prohibiciones más amplias, Claudia Sheinbaum optó por insistir en la importancia de una sociedad que desarrollara conciencia crítica. “Es mejor la educación, la formación y que la propia sociedad vaya haciendo a un lado estos contenidos musicales”, planteó.

La mandataria federal reconoció que existieron elementos en los narcocorridos que normalizaron la violencia, aunque aclaró que su postura no buscó limitar libertades individuales, sino fomentar una cultura alternativa de paz y no violencia.

También opinó que se debieron evitar manifestaciones musicales que glorificaron rostros o símbolos de grupos criminales. En este sentido, reiteró su desacuerdo con que se proyectaran imágenes de personajes ligados al crimen organizado en conciertos masivos.

No obstante, aclaró que en ningún caso debía confundirse una posición crítica con una acción autoritaria. “No se prohíbe que alguien escuche esto en su casa”, reiteró durante su mensaje.

Gobiernos estatales pudieron legislar de forma autónoma

Pese a su postura federal, la presidente reconoció que las entidades federativas tuvieron autonomía para decidir sobre regulaciones locales. Por lo tanto, mostró respeto por las determinaciones estatales respecto a los narcocorridos.

Expresó que correspondió a cada gobierno estatal valorar el contexto local, el nivel de violencia que enfrentó su población y la sensibilidad social respecto al contenido musical. En ese marco, apoyó medidas responsables que no vulneraron derechos.

El género de los narcocorridos fue señalado por su supuesta apología del crimen organizado, lo cual derivó en censuras parciales, suspensiones de conciertos y reacciones sociales divididas.

Sin embargo, Claudia Sheinbaum consideró que la vía no debía ser el castigo, sino el cambio cultural. Reafirmó que la música no podía combatirse con prohibiciones, sino con formación social.

Conciertos sí, pero con límites en contenido visual

Uno de los puntos en que Sheinbaum fue más enfática giró en torno al uso de imágenes dentro de espectáculos. Reprobó que en algunos conciertos se reprodujeran fotografías de criminales como parte del montaje escénico.

“Eso no me parece adecuado”, puntualizó. Agregó que la transmisión de esos rostros pudo generar efectos negativos entre las audiencias jóvenes y contribuir a la normalización de figuras delictivas.

Dicho pronunciamiento se relacionó con diversos casos documentados en conciertos recientes, donde intérpretes de narcocorridos proyectaron videos que mostraron a líderes del narcotráfico en escenas musicales.

La presidente dijo que estas prácticas vulneraron la ética artística y debilitaron los esfuerzos por promover una convivencia basada en la legalidad, el respeto y la paz social.

Música y libertad: el debate sigue abierto

Las declaraciones de Claudia Sheinbaum abrieron un nuevo capítulo en el debate nacional sobre los narcocorridos, un género musical que ganó presencia en medios, plataformas digitales y eventos masivos.

Organizaciones civiles, promotores culturales y artistas manifestaron opiniones encontradas sobre el tema. Mientras unos defendieron su valor expresivo y su arraigo popular, otros solicitaron medidas más restrictivas.

El gobierno federal optó por no intervenir directamente, dejando el tema a criterio de cada entidad. Esta postura fue valorada como una defensa de la libertad artística, pero también como una omisión ante la violencia simbólica.

En este contexto, la presidente llamó a que la sociedad participara en la formación de una nueva cultura musical, donde la paz fuera un eje central, sin censuras, pero con responsabilidad colectiva. –sn–