Anuar Fernando González Amaya

Opinión | Fernando González – Una serie temática

Lo que pasó en la mente de Galileo durante la instantánea creación del método científico.

Por Fernando González*

ÍNDICE

  1. Cuatrocientos años del método científico: sus ecuaciones preconscientes
  2. La respuesta a la pregunta de Reale y Antiseri sobre el método científico: ecuación preconsciente en sí misma
  3. Relativización galileana de Aristóteles
  4. La ecuación de Don Quijote
  5. Aparición de los bisontes
  6. El filo de los pedernales
  7. El símbolo de la agricultura
  8. Simbolismo de la lengua
  9. La máquina de Watt
  10. De Chirico: los maniquíes
  11. Un perro andaluz, prólogo: de cuerpos celestes a cuerpos humanos

La respuesta a la pregunta de Reale y Antiseri sobre el método científico: ecuación preconsciente en sí misma

Un símbolo a través de otro símbolo

La ecuación expuesta hace poco más de un año, o cadena asociativa del aporte de Galileo, fue, lo comparto por vez primera, vista casi por casualidad. Leía Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, de Giovanni Reale y Dario Antiseri, cuando la pregunta de éstos por la relación mantenida entre las observaciones sensatas o sensibles y las demostraciones ciertas o necesarias, componentes conscientes del método científico, me hizo ver que tal relación era preconsciente, simbólica: tiempo después, me di cuenta de que esta misma observación había sido también una ecuación preconsciente, simbolizante. Un símbolo, que presento, junto con la pregunta de los investigadores, ahora.

Pregunta y ecuación correspondiente

En su contexto, la pregunta (Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, II, 1995, pp. 252-253) es ésta:

En la carta a Madama Cristina de Lorena, Galileo escribe: «Me parece que en las disputas acerca de problemas naturales no habría que comenzar por la autoridad de los pasajes de las Escrituras, sino por las experiencias sensibles y las demostraciones necesarias». Más todavía: «Parece que aquello de los efectos naturales que la experiencia sensible nos pone ante los ojos, o las necesarias demostraciones nos concluyen, no pueda en ningún caso ser puesto en duda, y tampoco condenado, por aquellos pasajes de la Escritura cuyas palabras tuviesen un aspecto diferente». […] Las experiencias sensibles son aquellas experiencias que se realizan a través de nuestros sentidos, es decir las observaciones y, en especial, las que hacemos con la vista. Las demostraciones ciertas son las argumentaciones en las que, partiendo de una hipótesis (ex suppositione, por ejemplo, de una definición físico-matemática del movimiento uniforme), se deducen con rigor aquellas consecuencias («yo demuestro de forma concluyente muchos accidentes») que luego tendrían que darse en la realidad. […] Por lo tanto se da por un lado una llamada a la observación, a los hechos, a las experiencias sensorias o sensibles, mientras que por el otro se produce una acentuación del papel de las hipótesis matemáticas y de la fuerza lógica que sirve para extraer las consecuencias a partir de ellas. Éste es el problema en el que han tropezado los estudiosos: ¿qué relación existe entre las experiencias sensibles y las demostraciones necesarias? = No sólo se trata de un problema típico de la contemporánea filosofía de la ciencia, sino de un problema que ya existe en Galileo y que surge con toda claridad en sus escritos. […] = Ante una situación de esta clase los intérpretes y los especialistas en metodología científica han optado por los caminos más diversos.

     La manera en que vi el simbolismo de esa relación, durante la redacción de mi tesis de doctorado, Génesis de la poesía buñueliana (el método preconsciente) (COLSAN, 2023), fue la siguiente, para cuya intelección recuerdo que el método representa los elementos conscientes de la psique fuera de los corchetes; los preconscientes, dentro; el individualismo, nuevamente, fuera, con la particularidad de que, en cambio, resulta, del todo, inconsciente:

Existencia de las ecuaciones psíquicas, o del espíritu (implícitas en el Psicoanálisis, explícitas en la Filología bousoñana) [= Bousoño ya ha explicado científicamente con ejemplos suficientes, abundantes y claros al espíritu, es decir, de manera causal, identificativa = puedo explicar científicamente cualquier metáfora o idea como lo ha hecho Bousoño con el método simbólico = tengo razón en el uso del método en el estudio de la génesis, la gestación de la poesía de Luis Buñuel, literaria y fílmica, que ahora hago = tengo razón en mis planteamientos, en mis proposiciones, etc. = tengo razón =] emoción de «tengo razón» en la conciencia (individualismo mayor, sin hasta entonces saberlo, al detectable en la visión del mundo allende los estudios de Bousoño ―es decir, en el grado de adentramiento en la interioridad posible sin las ecuaciones preconscientes―).

     Individualismo mayor (sin hasta entonces saberlo) al detectable en la visión del mundo allende los estudios de Bousoño ―es decir, etc. ― + lectura de «la pregunta de Dario Antiseri y Giovanni Reale sobre la relación guardada entre las “observaciones sensatas” y las “demostraciones ciertas”, elementos conscientes del método científico (una relación oculta o, meramente, psíquica)» [= relación preconsciente ] = símbolo, o enlace simbólico, entre las «observaciones sensatas» o «sensibles» y las «demostraciones ciertas» o «necesarias» de la causalidad de los fenómenos físicos, matemática.

Más ecuaciones psíquicas (sucesión de símbolos)

Sin embargo, de primer momento creí que el método científico constituía un símbolo de dos planos, cuyo significado irracional o simbólico era «objetividad», y así lo constaté en mi tesis doctoral; sólo después del examen de titulación, en un periodo que dediqué a la extensión de las conclusiones allí establecidas, observé que en realidad había más de dos planos, pues sólo de esa manera podemos explicarnos el hallazgo de la matematicidad de la materia, las hipótesis de que hablan Antiseri, Reale y, por supuesto, Galileo. Realizado el análisis, vi que era necesario enlazar los cuatro planos con la situación material del Barroco, de acuerdo con Bousoño, y con la Historia. El resultado fue publicado en Sociedad Noticias.

     Pero, en realidad, no hay, en todo esto, novedad alguna: el simbólico carácter de la cultura, una vez advertido, implica por definición la determinación del simbolismo subsiguiente, tanto desde Bousoño, como hasta antes de éste. Exactamente, como, bien mirado, conocemos y reafirmamos desde Galileo la matematicidad de la materia. Y al igual que en el caso de ésta, en el del espíritu notamos también claros y célebres antecedentes y principios, cual vemos, de inmediato, para empezar, por supuesto, en Freud.

     Por último, el mismo orden analítico del simbolismo del método científico lo tuvieron los otros símbolos extraliterarios de mi tesis: del plano E de la ecuación sistemática, o línea cosmovisionaria correspondiente, a la cosmovisión entera: A [= B = C =] emoción de C en la conciencia [= C = D =] E. Me refiero al filo de los pedernales, a la agricultura, a la lengua, a la máquina de Watt y a los maniquíes de De Chirico. Los presento, previo análisis de otros tres símbolos: la relativización galileana de Aristóteles (esto es, de cierta idea física del pensador de Estagira), la ecuación genética de Don Quijote, y las pinturas rupestres de los bisontes. Pero, por igual, veremos, después del simbolismo de los maniquíes, el prólogo de Un perro andaluz, la primera película de Buñuel (1929), en la que he trabajado durante años.


Relativización galileana de Aristóteles

Una más de las grandes aportaciones del padre de la ciencia moderna

Y es que, por fortuna, Reale y Antiseri comentan a su vez otra importantísima contribución de Galileo (como lo fueron, por supuesto, todas las del investigador), la relativización de cierta idea aristotélica. He aquí el pasaje (Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, II, 1995, pp. 251-252):

En opinión de los aristotélicos, la Luna no podía tener montañas y hondonadas porque éstas la habrían privado de aquella forma esférica y perfecta que corresponde a los cuerpos celestes. Galileo, no obstante, señala lo siguiente: «Este razonamiento es muy frecuente en las escuelas peripatéticas, pero dudo de que su principal eficacia consista únicamente en hallarse de manera inveterada en las mentes de los hombres, aunque sus proposiciones no sean necesarias ni hayan sido demostradas; creo, al contrario, que muy vacilantes e inseguras. En primer lugar, que la figura esférica sea más o menos perfecta que las demás, no veo yo cómo pueda afirmarse con carácter absoluto, sino sólo en relación con algo; como por ejemplo para un cuerpo que haya de girar por todas partes, la figura esférica es la más perfecta, por eso los ojos y las extremidades de los huesos del fémur han sido hechos por la naturaleza perfectamente esféricos; al contrario, en un cuerpo que deba permanecer estable e inmóvil, tal figura sería la más imperfecta de todas; y quien se sirviese de piedras esféricas para edificar murallas haría pésimamente, cuando las más perfectas son las piedras angulares». Ésta es la forma en que Galileo muestra la vaciedad de un concepto propuesto de manera absoluta, poniendo en tela de juicio su eficacia cuando se lo coloca en el plano empírico y se lo relativiza. La idea de perfección sólo funciona cuando se habla de ella con relación a algo, es decir, en la perspectiva de un fin determinado: una cosa es más o menos perfecta según resulta más o menos adecuada a un fin prefijado o establecido. Y dicha perfección es un atributo controlable.

     La ecuación simbólica fue, entonces, ésta:

Realización de viajes transoceánicos y de magnos descubrimientos científicos, etc. (eficacia del raciocinio, del intelecto, de la mente humana, etc., por dondequiera) [= puedodesvelar la realidad, cualquiera que ésta sea = la inteligencia predomina sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. = predominio de la inteligencia sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. =] emoción de «predominio de la inteligencia sobre la realidad, engañosa, falsa, etc.» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el renacentista, aunque menor que el inmediatamente siguiente, neoclásico).

     Individualismo mayor que el renacentista, aunque menor que el neoclásico [= «aristocratismo», «escepticismo frente a lo natural», frente a lo dado =] emoción de «“aristocratismo”, de “escepticismo frente a lo natural”, frente a lo dado» en la conciencia.

     Emoción de «“aristocratismo”, de “escepticismo frente a lo natural”, frente a lo dado» en la conciencia + lectura de «la aristotélica idea de la perfección de la forma esférica (por ejemplo, de la Luna)» [= perfección falsa, a la luz de las muestras que el universo da de obedecer a un decurso fijo, preestablecido, matemático =] emoción de «perfección falsa (de la esférica forma de la Luna, en cuanto observada por si sola esta última), a la luz de las muestras que el universo da de obedecer a un decurso fijo, preestablecido, matemático» en la conciencia.

     Emoción de «perfección falsa, etc.» en la conciencia [= perfección verdadera, en efecto, de esa forma pero dentro de ese decurso, o en la función que la forma cumpla, de la que depende en este preciso instante ] = perfección en relación con ese decurso = perfección relativa de la esférica forma de la Luna (o de cualquier otra realidad), es decir, perfección que sólo puede proponerse en relación con la función (rotación, traslación, etc., en este caso) que se cumpla; en relación con algo.

     Milenios de individualismo, que en el caso de Galileo venían directamente de la pausa medieval («individualismo cero»: Épocas literarias, 1981), permitían ahora revisar añejas ideas. Y sólo mediante los contenidos intrasubjetivos del periodo, inconscientes, vino a la conciencia la verdad objetiva del caso: siglos después la comentarán Antiseri y Reale debido su influjo en la cultura sucesiva. El método simbólico, al fin, nos permite explicarla del todo, como al método científico.


La ecuación de Don Quijote

El argumento de la novela en la mente de Cervantes

Estructura, la anterior, que también nos explica el arte del periodo: veámoslo en el caso de Don Quijote.

     Cual nadie ignora, la novela (1605) cuenta la historia de un lector de medievales libros de caballerías, Alonso Quijano, quien, por leer tantas y tantas obras del género, no sólo termina por creer en la existencia de caballeros andantes, sino por convertirse en uno, quien, con su fiel escudero Sancho Panza, sale a desfacer entuertos y a castigar agravios. Para explicarnos tan singular creación debemos exponer la psique del propio Cervantes en el momento mismo de concebirla:

Realización de viajes transoceánicos y de magnos descubrimientos científicos, etc. (eficacia del raciocinio, del intelecto, de la mente humana, etc., por dondequiera) [= puedodesvelar la realidad, cualquiera que ésta sea = la inteligencia predomina sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. = predominio de la inteligencia sobre la realidad, engañosa, falsa, etc. =] emoción de «predominio de la inteligencia sobre la realidad, engañosa, falsa, etc.» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el renacentista, aunque menor que el inmediatamente siguiente, neoclásico).

     Individualismo mayor que el renacentista, aunque menor que el neoclásico [= «aristocratismo», «escepticismo frente a lo natural», frente a lo dado =] emoción de «“aristocratismo”, de “escepticismo frente a lo natural”, frente a lo dado» en la conciencia.

     Emoción de «“aristocratismo”, de “escepticismo frente a lo natural”, frente a lo dado» en la conciencia + lectura de «libros de caballerías (Amadís, Palmerín, etc. (obras, a la postre, idealistas)») [= obras, por lo tanto, que no se pueden creer en su literalidad, irreal, falsa = irrealidad, falsedad =] emoción de «irrealidad, falsedad» en la conciencia.

     Cervantes, de primer momento, tras la lectura de libros del género, reacciona con incredulidad, con recelo: los mismos que Galileo opone a las Escrituras y a la Teleología, y a la idea de la perfección de la esférica forma de la Luna (si bien Cervantes, a su vez, tuvo un estímulo más para experimentar tal respuesta, la previa experiencia ―invariablemente cruda― en lides bélicas o del estilo: Lepanto, etc.) Mas, a continuación, siendo, como era, Cervantes, escritor, una vez experimentada la emoción de «irrealidad, falsedad» en la conciencia, experimentó a continuación el siguiente enlace, creador de su monumental obra:

     Emoción de «irrealidad, falsedad» en la conciencia [= realidad, veracidad, empero, para alguien ] = alguien, incauto o poco afecto a la postre a la realidad, que cree en cambio en las historias contadas en los libros de caballerías = personaje incauto, poco afecto a la realidad, que cree en las historias contadas en los libros de caballerías (futuro Don Quijote). 

     Cervantes creó así su novela, como Galileo sus ideas. Un solo proceso anímico, psíquico, causante de la cultura del periodo.


Aparición de los bisontes

Primeros hálitos de la cultura

En el caso del arte rupestre, Bousoño proporciona en El irracionalismo poético (El Símbolo) (1977) el plano E de la ecuación sistemática, esto es, el último elemento de ésta, o de la línea cosmovisionaria correspondiente (A [= B = C =] emoción de C en la conciencia [= C = D =] E). Veámoslo (2ª ed., 1981, p. 249):

El pintor de Altamira se servirá de su arte para atraer a los bisontes y poder así darles caza, ya que al representarlos en el techo de una cueva se establece una relación esencial entre la representación y lo representado:

bisonte pintado [= bisonte real =] emoción de bisonte real en la consciencia,

por lo que, al ser pintado, tendría que aparecer el animal por algún sitio próximo, en donde se le pudiera apresar.

     Atrevámonos, ahora, a poner las piezas faltantes, al incrustar ese elemento en su respectiva visión del mundo (A [= B = C =] emoción de C en la conciencia), o sistema cultural, una de las primeras líneas cosmovisionarias de la Prehistoria:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «este bisonte que en la realidad veo» (o de «este bisonte que imagino como real») [= confusión esencialista entre el bisonte y el respectivo accidente de éste que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el bisonte pintado] = bisonte pintado (y, por extensión, arte rupestre), en cuanto confundido seria, totalitariamente, con el bisonte real.

     Ahora bien: la ecuación completa, aquella por que la mujer y el hombre de las cavernas pintaron al bóvido en cuestión, se da cuando, como muestra Bousoño, nuestros ancestros experimentaron mediante la observación del bóvido cierta carga emocional en la conciencia. Vale la pena reproducirla, aunque repitamos el primer tránsito cosmovisionario:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «este bisonte que en la realidad veo» (o de «este bisonte que imagino como real») [= confusión esencialista entre el bisonte y el accidente de éste que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el bisonte pintado] = bisonte pintado (y, por extensión, arte rupestre), en cuanto confundido seria, totalitariamente, con el bisonte real.

     Bisonte pintado [= bisonte real =] emoción de «bisonte real» en la conciencia.

     En adelante, mientras más complejo se vuelve el arte rupestre (piénsese, por ejemplo, en el Ábside de Lascaux), más compleja se vuelve la ecuación: el individualismo se incrementa, con los nuevos elementos que la marcha del propio individualismo añade desde entonces hasta que podemos dar por terminado el arte rupestre, en algunas demarcaciones, aún vivo.


El filo de los pedernales

Símbolos tecnológicos desglosados

Símbolo, pues, es tanto la pieza ornamental que los neanderthales y sapiens colocaban en el centro de sus collares de ostras, como las puntas de piedra o de flecha que a la par confeccionaban con el mismo ahínco que el puesto en la elaboración de aquellas prendas:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «esta piedra afilada accidentalmente que en la realidad veo» (o de «esta piedra afilada accidentalmente que imagino como real») [= confusión esencialista entre ese filo accidental y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el filo intencional, creado (afilamiento, transformación intencional de las piedras con otras piedras) ] = primeras piedras afiladas intencionalmente, con filo uniforme, rústicas, agrestes todavía, aunque fuera por ambos lados de la pieza (Cultura de los Guijarros).

     Y desde este punto de partida, milenios de experiencia hubieron de pasar para llegar al fin a las sofisticadas piedras que vemos principalmente en los museos:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «esta primera piedra afilada intencionalmente (filo uniforme, simple, aunque sea por ambos lados de la pieza) que en la realidad veo (Cultura de los Guijarros)» (o de «esta primera piedra afilada intencionalmente (filo uniforme, simple, aunque sea por ambos lados de la pieza) que imagino como real [Cultura de los Guijarros]») [= confusión esencialista entre esa primera piedra simple afilada intencionalmente y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el filo puntiagudo ya siempre biforme, mucho más acorde con las piezas accidentalmente afiladas encontradas en la naturaleza ] = bifases, lascas.

     Nótese, en efecto, cómo vemos a la mujer, al hombre, en pleno acto creativo. A la cultura en su plena génesis. Y que la ecuación anterior es la misma además por la que se dio la invención de la costura, la domesticación del fuego, la fundición de los metales, la cocción de la carne, etc. Lo corrobora, sin cesar, la Arqueología.


El símbolo de la agricultura

Creación femenina y masculina

Una ecuación que, sin embargo, puede prestarse a equívocos es la agricultura: por lo general se plantea que las mujeres, al ver que las semillas germinaban naturalmente caídas de los árboles o arbustos, empezaron a usarlas intencionalmente en idéntico proceso, para cosechar los frutos. La hipótesis, sin embargo, deja fuera la propia fertilidad humana, que permite asociaciones mucho más espontáneas y naturales, en relación con el crecimiento o desarrollo de las personas, o con el simple nacimiento de éstas, como seguramente debió de haber ocurrido. O sea, que permite la asociación entre el nacimiento y desarrollo humanos y el nacimiento y desarrollo vegetales. Una ecuación, a la postre. más simple y, también, por lo tanto, más probable, que no excluye por supuesto a la primera:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre (todavía) [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «este brote de semilla que en la realidad veo (natural fecundidad de la tierra)» (o de «este brote de semilla que imagino como real (natural fecundidad de la tierra)») [= confusión esencialista entre ese brote de semilla y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, un brote humano =] emoción de «brote humano» en la conciencia (intencional fecundidad de la mujer).

     Emoción de «brote humano» en la conciencia (intencional fecundación de la mujer) [= fecundación intencional de la tierra ] = primeras siembras intencionales, experimentales, ensayísticas.

     Enlace que tuvo, desde luego, un desarrollo exactamente igual al de la industria lítica:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre (todavía) [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «estas primeras siembras intencionales, experimentales, ensayísticas que en la realidad veo» (o de «estas primeras siembras intencionales, experimentales, ensayísticas que imagino como reales») [= confusión esencialista entre esas primeras siembras y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, la siembra efectiva, infalible y, por lo tanto, socialmente redituable, es decir, la siembra sistemática ] = agricultura.

     Además, desde luego, pudo haberse dado la ecuación en orden inverso, o sea, pasar de la intencional fecundación de la mujer a la fecundación intencional de la tierra:

     Sentimiento individualista incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas con los accidentes de éstas) + lectura de «este alumbramiento, de este nacimiento de un ser humano que en la realidad veo (fecundidad de la mujer)» (o de «este alumbramiento, de este nacimiento de un ser humano que imagino como real (fecundidad de la mujer)») [= confusión esencialista entre ese brote humano y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el brote de una semilla vegetal =] emoción de «brote de semilla vegetal» en la conciencia (fecundación natural de la tierra).

     Emoción de «brote de semilla vegetal» en la conciencia (fecundación natural de la tierra) [= fecundación intencional de la tierra ] = primeras siembras intencionales, experimentales, ensayísticas.

     Primero se da, entonces, la industria lítica y otras tantas ecuaciones a la sazón posibles; sólo después, gracias a éstas, o sea, a la huella humana en el entorno, pudo darse la ecuación de la agricultura, más compleja todavía, demandante, que las ecuaciones precedentes. Por lo tanto, posible sólo con un individualismo más alto: el que se da con el sedentarismo y la Revolución Neolítica, de los que la agricultura es, en consecuencia, una de las causas históricas.


Simbolismo de la lengua

El símbolo primordial en principio

Pasemos ahora a otro invento, la lengua. Respecto al fenómeno acústico, nos encontramos ante metáforas preconscientes sonoras de dos planos: se confunde esencialmente la realidad en cuestión y la mujer, el hombre, o, más exactamente, los sonidos verbales que para la mujer, para el hombre, se enlazan con esa realidad. Semejanza, tal cual, emotiva, de acuerdo con la experiencia de cada pueblo, etnia, localidad, etc. Es decir, se forma un nexo por el que se asocian la realidad en cuestión y el sentido que ésta tiene para la mujer, para el hombre, emocional, afectivo, representado por la respectiva creación acústica surgida: enlace posible, a la postre, por disímiles o distintos que para la conciencia resulten los elementos asociados. En cambio, en la escritura tenemos un claro parecido formal entre la realidad y el cuadro de ésta, tomado en serio por el preconsciente, cuando, en cambio, la conciencia lo rechazaría. Metáfora, en este caso, preconsciente gráfica, posterior a un largo proceso asociativo.

          Veamos, para empezar, la ecuación de las metáforas preconscientes sonoras:

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia + lectura de «esta realidad respectiva (concreta o, en su momento, abstracta) que en la realidad veo» (o de «esta realidad respectiva (concreta o, en su momento, abstracta) que imagino como real») [= sentido de esa realidad para la mujer, para el hombre =] emoción de «sentido de esa realidad para la mujer, para el hombre» en la conciencia.

     Emoción de «sentido de esa realidad para la mujer, para el hombre» en la conciencia [= sentido de esa realidad (con características precisas) = sonidos verbales que expresan ese sentido (sonidos con características precisas, análogas a las de ese sentido) =] palabra hablada (monosilábica, principalmente; mas, asimismo, ya entonces, bisilábica, con timbre, con tono ―simbólicamente significativos―, etc.)

     Por supuesto, la aparición de una sílaba después de otra en una misma palabra tiene idéntico origen y sentido: simbólico, en relación con la efectividad despertada para el hombre, para la mujer, por la realidad respectiva. Misma que, en consecuencia, desencadena procesos preconscientes por los que nos explicamos entonces la nominación de la realidad (nombres de personas, de seres, de ciudades, de montañas, etc.): lo veremos con ejemplos concretos en seguida.

     Las metáforas preconscientes gráficas, previas a la escritura (es decir, el arte lítico), son, entonces, éstas (confusiones esencialistas):

Imperio de la naturaleza sobre la mujer, sobre el hombre [= escasa huella humana en el entorno = sólo puedo valerme de las emociones que el entorno, a cada paso, me produce = primacía de las emociones sobre la razón =] emoción de «primacía de las emociones sobre la razón (racionalismo escaso, exiguo)» en la conciencia (individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia).

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo) + lectura de «esta palabra hablada que en la realidad veo (o escucho)» (o de «esta palabra hablada que imagino como real») [= confusión esencialista entre esa palabra hablada y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el dibujo o la pintura o la representación pétrea del referente ] = dibujo o pintura o representación pétrea del referente (en cuanto asociada seria, totalitariamente, con la palabra o metáfora preconsciente sonora en cuestión).

     O sea, primero se crea la metáfora preconsciente sonora, la cual, mediante otra ecuación simbólica, se enlaza al dibujo o pintura o representación pétrea del referente. Desde este nuevo elemento, el desarrollo entero de la escritura, preconscientemente metafórica, desde las primeras grafías hasta los alfabetos o sistemas actuales, será, entonces, éste:

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia (o sea, primitivismo, es decir, simbolismo; por ejemplo, en la tendencia a confundir las cosas y los accidentes de éstas) + lectura de «este dibujo o pintura o representación pétrea del referente que en la realidad veo» (o de «este dibujo o pintura o representación pétrea del referente que imagino como real») [= confusión esencialista entre ese dibujo o pintura o representación pétrea del referente y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el dibujo o pintura de la mera silueta de tal referente ] = letra escrita.

     Como consecuencia, desde las manifestaciones sonoras hasta las gráficas, la lengua tiene esta sucesión igualatoria:

realidad respectiva [=] palabra hablada [=] dibujo o pintura o representación pétrea del referente (sellos de arcilla: Schmandt-Besserat, etc.) [=] letra escrita.

     Veamos, ahora, un ejemplo muy resumido y, además, incompleto en su desarrollo cronológico (pero, creemos, válido para nuestros propósitos):

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia + lectura de «esta determinada persona (una mujer) o ser en el mundo que en la realidad veo» (o de «esta determinada persona (una mujer) o ser en el mundo que imagino como real») [= femineidad =] emoción de «femineidad» en la conciencia [= femineidad = sonidos verbales delicados, frágiles, etc. =] woman, mujer (y equivalentes en otros idiomas).

     Las diferencias sonoras entre cada una de las dos palabras se deberían a la situación en el mundo en que aparecieron, es decir, a todos esos factores de que la social realidad se compone (raza, particular psicología colectiva, características geográficas, etc.), y que el análisis debe obtener hasta llegar a la completa determinación del símbolo.

     El proceso preconsciente es el mismo para man y hombre:

     Individualismo incipiente pero, al fin, ya concreto, en aquel instante de la historia + lectura de «esta determinada persona (un hombre) o ser en el mundo que en la realidad veo» (o de «esta determinada persona (un hombre) o ser en el mundo que imagino como real») [= masculinidad =] emoción «masculinidad» en la conciencia [= masculinidad = sonidos verbales fuertes, enérgicos, etc. =] man, hombre (y equivalentes en otros idiomas).

     Nuevamente, simplificamos al máximo el análisis, que debería desarrollarse hasta la comprensión de todos los elementos semánticos disponibles, visto cada elemento sonoro por separado.

     Serpentis y cóuatl (serpiente, en latín y náhuatl) dan el siguiente tránsito:

determinada realidad animal característica [= ondulación, zigzagueo, etc. =] emoción de «ondulación, zigzagueo, etc.» en la conciencia [= ondulación, zigzagueo, etc. = sonidos verbales ondulantes, zigzagueantes, etc. =] serpentis, cóuatl.

     En las dos metáforas hallamos diferencias. Así, mientras en latín la abundancia de consonantes nos habla del sentimiento de repudio hacia la realidad en cuestión, en náhuatl, la falta de aquéllas nos indica lo contrario: la condición inocua con que la realidad nombrada se representa ya en la conciencia, debido a una determinada visión del mundo (la serpiente es una de las bases de la cultura mesoamericana). Notemos cómo, en los dos casos, la ondulación y zigzagueo se representan con elementos sonoros distintos: en el primero, con consonantes; en el segundo, con vocales.

     Cual habrá podido, en efecto, verse, la semejanza preconsciente de las grafías con el referente de los diversos sistemas de escritura se identifica con mayor facilidad mientras más nos remontamos en el tiempo. Así, la primera letra del alfabeto latino, A (Aleph en la fuente original), como sabemos, reproduce los cuernos del toro. Veamos la ecuación completa, es decir, junto con la metáfora preconsciente sonora:

Cabeza del bóvido macho (como parte representativa de éste en tanto presa temible) [= alarma o amenaza o peligro o las tres cosas =] emoción de «alarma o amenaza o peligro o las tres cosas» en la conciencia [= alarma o amenaza o peligro o las tres cosas = sonidos verbales alarmantes o amenazadores o peligrosos o las tres cosas =] Aleph.

     Aleph [=  confusión esencialista entre esa palabra hablada y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el dibujo o la pintura o la representación pétrea del referente ] = dibujo o pintura o representación pétrea del referente (en cuanto asociado seria, totalitariamente, con la palabra en cuestión).

     Dibujo o pintura o representación pétrea del referente (en cuanto asociado seria, totalitariamente, con la palabra en cuestión) [= confusión esencialista entre ese dibujo o pintura o representación pétrea y el respectivo accidente que a la sazón podía darse en las mentes primitivas, el dibujo o pintura de la mera silueta de tal referente (la cornamenta del bóvido) ] = letra A o Aleph (desde sus primeras formas hasta la última, actualmente en uso)

     Semejanza, pues, metafórica, no apreciada, inadvertida por la razón: enlazada, sin embargo, con la realidad.

     Y, así, nos explicamos por fin la constancia, nada casual, con que en la mayor parte de los idiomas se suele designar a la persona nutricia con el sonido bilabial de la letra eme:

Persona nutricia (alimento) [= succión de la boca =] emoción de «succión de la boca» en la conciencia [= succión de la boca = sonidos «succionantes» (que reproducen el movimiento realizado por la boca durante la succión) =] consonante eme (bilabial) articulada ya para formar el sustantivo correspondiente.


La máquina de Watt

Ecuación vivida en la Universidad de Glasgow

Analicemos, ahora, el ejemplo romántico: la máquina de vapor ya autónoma, es decir, el diseño de Watt (1769). Los diseños anteriores, tradicionales y, por lo tanto, racionalistas, se descomponían con frecuencia, al tener que enfriar el cilindro único para que el pistón interno descendiera: Watt, simplemente, añadió otro cilindro, sin pistón, al que se mantendría siempre frío, para que el cilindro original, al no necesitar ya ser enfriado, dejara de descomponerse. El cilindro frío, que vaciaría de vapor al caliente, permitiría hacer bajar al pistón mediante un sistema de válvulas que se abrirían una vez que el pistón, en el tope del cilindro caliente, hubiera succionado el agua, en un proceso, al fin, interminable.

     El enlace, entonces, fue:

Cilindro único, malo o defectuoso o deficiente (por tener que enfriarse para que el pistón baje) [= cilindro bueno o siempre caliente (es decir, que nunca deba enfriarse), sustituto del anterior =] emoción de «cilindro bueno o siempre caliente (es decir, que nunca deba enfriarse), sustituto del anterior» en la conciencia [= cilindro siempre frío, adicional (o condensador), que libere de gran parte de su carga (es decir, del enfriamiento) al primero ] = dos cilindros (uno caliente y otro frío, o condensador) = dos cilindros, conectados mediante válvulas, que distribuyan la temperatura cada cual según la función respectiva.

     La unión del enlace con la cosmovisión, cercana ya al Romanticismo, fue ésta:

Consolidación de la ciencia y de la técnica modernas, Mundialización del Capitalismo, etc. (aunque ya en aquellas alturas muy «vistos», muy «sabidos», muy «vividos», etc.) [= robustecimiento ya penoso, agobiante, de la razón, a la luz de otras dotes humanas (por ejemplo, afectivas, emocionales, etc.) = capacidad ya probada, constatada, de la mujer, del hombre, respecto a la razón, al pensamiento preceptivo, etc. =] emoción de «capacidad ya probada, constatada, de la mujer, del hombre, respecto a la razón, al pensamiento preceptivo, etc. (emergencia de una nueva racionalidad, más comprensiva con la condición humana, irracional, irreflexiva)» en la conciencia (individualismo en un grado mayor que el neoclásico, pero menor todavía, aunque ya sólo hasta ese momento, que el romántico).

     Individualismo en un grado mayor que el neoclásico, pero menor todavía, aunque sólo ya hasta ese momento, que el romántico) [= puedo más que la tradición = puedo romper con la tradición, a estas alturas, ya insuficiente = rompimiento con la tradición = ] emoción de «rompimiento con la tradición» en la conciencia (nueva forma, personal y única, de enfrentar la realidad, el mundo, subjetiva).

     Emoción de «rompimiento con la tradición» en la conciencia (nueva forma, personal y única, de enfrentar la realidad, el mundo, subjetiva) + lectura de «este cilindro único de la máquina tradicional de vapor, malo o defectuoso o deficiente (por tener que enfriarse para que el pistón baje) que en la realidad veo» [= cilindro bueno o siempre caliente (es decir, que nunca deba enfriarse), sustituto del anterior =] emoción de «cilindro bueno o siempre caliente (es decir, que nunca deba enfriarse), sustituto del anterior» en la conciencia [= cilindro siempre frío, adicional (o condensador), que libere de gran parte de su carga al primero (es decir, del enfriamiento) ] = dos cilindros (uno caliente y otro frío, o condensador) = dos cilindros, conectados mediante válvulas, que distribuyan la temperatura cada cual según la función respectiva.

     De tal modo, la máquina previa, repetimos, por fin, se vuelve autónoma o, sencillamente, mejora su rendimiento no sólo un poco, sino mucho, en un salto cualitativo en relación con los diseños precedentes: el nuevo diseño, al apartarse de la imagen tradicional, racionalista, del motor, ya no es por lo tanto racional, sino, por el contrario, irracionalista, rupturista. Determinación con la que empieza la Revolución Industrial y, con ésta, la época romántica, cuya cosmovisión también estuvo muy determinada, cual nadie, por supuesto, ignora, por la Revolución Francesa, muy cercana, no por casualidad, a la anterior.


De Chirico: los maniquíes

La emergencia por pasos del motivo

De primer momento, la célebre obra del creador italiano nos presenta este tránsito:

maniquí o figura articulada con forma humana (persona anómala) [= persona anómala de verdad =] emoción de «persona anómala de verdad» en la conciencia.

     Desde cuyo momento emotivo, el tránsito preconsciente se prolonga de esta forma:

emoción de «persona anómala de verdad» en la conciencia [= persona anómala de verdad = persona que, de cualquier forma, puede, como todas las demás, por lo tanto, ser retratada ] = pinturas o cuadros con este específico motivo.

     Desde la visión del mundo del momento, el tránsito completo, de tal forma, fue:

Segunda Revolución Industrial, Capitalismo Monopólico, etc. [= capacidades contundentes para el desarrollo humano, para las hazañas, no ya sobre la materia, sino sobre el espíritu, por ejemplo, etc. = adentramiento en el espíritu como en la materia =] emoción de «adentramiento en el espíritu como en la materia» en la conciencia (sentimiento individualista mayor que el romántico, aunque menor que el inmediatamente posterior, postcontemporáneo).

     Sentimiento individualista mayor que el romántico, aunque menor que el inmediatamente posterior, postcontemporáneo [= interiorización mayor que la romántica = intrasubjetivismo, o sea, imperialismo de la impresión (sólo importa la impresión, no la objetividad: ésta sólo interesa en cuanto suscitadora de impresiones) =] emoción de «imperialismo de la impresión» en la conciencia.

     Emoción de «imperialismo de la impresión» en la conciencia + lectura de «estos maniquíes (personas anómalas) que en la realidad veo» (o de «estos maniquíes [personas anómalas] que imagino como reales») [= personas anómalas de verdad =] emoción de «personas anómalas de verdad» en la conciencia [= personas anómalas de verdad = personas que, de cualquier forma, pueden, como todas las demás, por lo tanto, ser retratadas ] = pinturas o cuadros con este específico motivo.

     Tránsito para el que hemos tomado, en la segunda parte, es decir, inmediatamente después del foco o individualismo, la determinación bousoñana del periodo (Épocas literarias, II, cap. XX).


Un perro andaluz, prólogo: de cuerpos celestes a cuerpos humanos

Ecuación buñueliana y daliniana inédita durante casi un siglo

En el comienzo del cortometraje buñuelesco, un joven (el propio Buñuel), raspa una navaja barbera con una piedra afiladora. Terminada la tarea, verifica el filo conseguido al ensayar un corte en una uña. A continuación sale al balcón y, apoyadas las manos en el barandal, levanta la mirada y ve una nube alargada que atraviesa a la Luna. Imagen a la que, con la sugerencia de provenir, acaso, de la imaginación del personaje, se superponen una navaja barbera que secciona un ojo a una impasible chica. Causante de tan estremecedora escena, desde la situación concreta del momento, y desde la perspectiva del personaje, autor del enlace, la ecuación preconsciente fue, entonces, ésta:

Segunda Revolución Industrial, Capitalismo Monopólico, etc. [= capacidades contundentes para el desarrollo humano, para las hazañas, no ya sobre la materia, sino sobre el espíritu, por ejemplo, etc. = adentramiento en el espíritu como en la materia =] emoción de «adentramiento en el espíritu como en la materia» en la conciencia (sentimiento individualista mayor que el romántico, aunque menor que el inmediatamente posterior, postcontemporáneo).

     Sentimiento individualista mayor que el romántico, aunque menor que el inmediatamente posterior, postcontemporáneo [= interiorización mayor que la romántica = intrasubjetivismo, o sea, imperialismo de la impresión (sólo importa la impresión, no la objetividad: ésta sólo interesa en cuanto suscitadora de impresiones) =] emoción de «imperialismo de la impresión» en la conciencia.

     Emoción de «imperialismo de la impresión» en la conciencia + lectura de «esta noche con luna y nubes que en la realidad veo») [= oscuridad = no veo = tengo menos vida = estoy en peligro de muerte = muerte =] emoción de «muerte» en la conciencia [= muerte = realidad mortal = trance mortal =] emoción de «trance mortal» en la conciencia.

     Emoción «trance mortal» en la conciencia [= nube arrastrada, no por el viento, sino por sus pasiones, hostiles, hacia la Luna = nube y Luna con emociones, con sentimientos = nube y Luna con vida ] = inminente ataque de esa nube a la Luna.

     Ataque o agresión que, en efecto, se consuma: la Luna es acometida, lesionada, sajada por la nube [= encuentro fatídico real entre cuerpos celestes =] emoción de «encuentro fatídico real entre cuerpos celestes» en la conciencia.

     Emoción de «encuentro fatídico real entre cuerpos celestes» en la conciencia [= encuentro fatídico real entre cuerpos humanos =] emoción de «encuentro fatídico real entre cuerpos humanos» en la conciencia.

     Emoción de «encuentro fatídico real entre cuerpos humanos» en la conciencia [= lesión de una persona a otra = lesión a una parte del cuerpo de una persona; por ejemplo, a uno de los ojos = corte de un ojo de una persona, con un cuchillo, o una navaja barbera, etc. ] = corte de un ojo de una chica, precisamente, con aquella navaja barbera.

     Compartió Buñuel en una entrevista (Prohibido asomarse al interior, 1987) que puso la imagen «porque había aparecido en un sueño» y supo «que iba a repugnar a la gente». Para fines analíticos (lo que el espectador ve: el joven que ha salido al balcón a ver una escena real y otra imaginaria), basta la ecuación previa.

     A lo que, solamente, añadiremos que, de haber sido vistas las tinieblas en la Edad Media, por ejemplo, la asociación habría sido muy distinta, dada la particular cosmovisión del periodo: acaso, una mantarraya amenazada por una anguila; o el brazo de alguna deidad en plena sujeción a otra, etc. Las tinieblas, sin embargo, fueron vistas a principios del siglo pasado, cuando primaban en la psique social el «imperialismo de la impresión», el «intrasubjetivismo»: ignoramos los estímulos productores de la asociación de la Luna y el ojo; sabemos, y con eso basta, que la nube se convirtió en navaja por haberse usado, poco antes, precisamente, la propia navaja barbera.

* Periodista por la UNAM y filólogo por el Colsan @AFGAmaya

Columna anterior: Cuatrocientos años del método científico: sus ecuaciones preconscientes

Anuar Fernando González Amaya
Fernando González

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