Históricamente, América Latina ha sido una de las regiones del mundo que más ha sufrido golpes de Estado impulsados principalmente, por la derecha y,…
Por Daniel Almazán Jiménez*
… de acuerdo a múltiples investigaciones publicadas, por la injerencia de Estados Unidos en especial, durante el periodo de la Guerra Fría donde prevalecieron dictaduras militares como las de Argentina (1976-1983), Chile (1973-1990), Uruguay (1973-1985) y Paraguay (1954-1989), países en los que se documentaron infinidad de violaciones a los derechos humanos, represión, desapariciones forzadas, asesinatos, cateos ilegales e infinidad de acontecimientos, estudiados y señalados por organismos internacionales.
Por si fuera poco, también existen casos en los que, EU intervino para destituir líderes y gobernantes no para instaurar un régimen militar sino para salvaguardar los intereses económicos de empresas privadas como en 1954 en Guatemala donde el presidente electo democráticamente Jacobo Árbenz Guzmán fue derrocado mediante una operación encubierta llamada Operación PBSUCCESS orquestada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y cuyo objetivo principal era proteger los intereses de la poderosa compañía estadounidense United Fruit Company misma que se vio afectada por la reforma agraria de Árbenz lo que marcó décadas de violencia e inestabilidad social y política en Guatemala.

Pero eso no es todo, recientemente hemos tenido eventos como el de Honduras (2009) o los múltiples intentos fallidos en Venezuela aunque con nuevas formas disfrazadas de golpes o mediante financiamiento a las oposiciones a los gobiernos sociales o nacionalistas nos dejan ver que el fenómeno golpista persiste y, México no ha sido la excepción pues durante la llamada marcha de la “Generación Z” el gobierno mexicano denunció que dicha movilización social y las campañas digitales asociadas “han sido impulsadas y financiadas por sectores de la ‘derecha internacional’ y la oposición en México, con vínculos que, según las acusaciones, incluyen financiamiento desde el extranjero…”.
Lamentablemente el intervencionismo sigue vigente o, más bien, en realidad nunca se ha ido sino todo lo contrario, se ha camuflado y adaptado a las nuevas etapas y modas que incluyen enfoques cambiantes, por ejemplo, ahora su “lucha” es contra el narcotráfico y la migración y, este argumento, les ha servido para mantener la visión de pertenencia y una hegemonía en la región a la que tanto han azotado, saqueado y manipulado la economía y la cultura por intereses geopolíticos como la Doctrina Monroe o, la ya mencionada Guerra Fría para hacerse de recursos y el control de mercados.

Por ese historial, es preocupante que el mundo entero esté experimentando una nueva tendencia de la derecha y ultraderecha y América Latina no ha sido la excepción en donde esta corriente ideológica consiguió un nuevo triunfo electoral en Chile con la cómoda victoria de José Antonio Kast sobre Jeannette Jara con lo que se cierra un año de duros golpes contra gobiernos y líderes sociales quienes han perdido contra el libre comercio lo que abrirá aún más las brechas de desigualdad y que serán muy evidentes a partir del próximo 2026 y los años venideros pues recordemos que, en Argentina, y pese a las múltiples protestas contra su presidente el ultraderechista Javier Milei, su partido ganó el Congreso de ese país y, en Honduras aunque aún no hay resultados oficiales, medios apuntan a que la derecha encabezada por Nasry Asfura, lleva una ligera ventaja en las elecciones hondureñas en donde el portal de CNN Latinoamérica asegura que “allí jugó un rol mucho más determinante el presidente de EU, Donald Trump, quien apoyó al derechista”.
Por si fuera poco, el triunfo de Kast en Chile es considerado por The New York Times en español, como una conquista de “un movimiento global de derecha que ha ascendido al poder en todo el mundo al dar prioridad al orden público estricto y al cierre de las fronteras” lo que está amenazando a América Latina pues la derecha se ha caracterizado por no ser sensible a las causas sociales ni al combate a la pobreza sino más al libre mercado y a una intervención estatal mínima en la economía dejando ese papel fundamental al sector privado y, por ende a los empresarios que, aunque suene a consigna sesentera, procuran más sus ganancias que, el bienestar de la clase trabajadora.

Esperemos estos triunfos sean los únicos de la derecha por el bien de la ciudadanía y, sobre todo de la región que, históricamente ha sido de las más afectadas por los saqueos desde la conquista europea a los pueblos indígenas y hoy por imperios que han vendido espejos brillantes bajo el estandarte de libertad o seguridad para los latinos que en este año venidero del 2026 Costa Rica tendrá elecciones el 1 de febrero; Perú el 12 de abril; Colombia el 31 de mayo; Brasil el 4 de octubre y, posiblemente también Nicaragua a finales del 2026 o principios del 2027.
En suma, América Latina enfrenta nuevamente el reto de defender sus avances sociales, su soberanía y sus instituciones frente a proyectos que priorizan intereses ajenos a las mayorías, por lo que el debate público, la participación ciudadana y la vigilancia democrática se vuelven herramientas clave para evitar que viejas prácticas regresen bajo nuevos discursos y para impedir que el futuro de la región sea definido sin considerar a sus pueblos.
Periodista | Twitter: @Daniel1Almazan
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