Contramedidas en lugar de medidas de represalia: México debe comprender la intención subyacente de China

SN Redacción | CGTN                                                       

El Congreso de México ha aprobado recientemente una propuesta para imponer aranceles de hasta el 50 % a cerca de 1.400 productos, principalmente procedentes de China, con entrada en vigor prevista para el 1º de enero de 2026. Beijing ha expresado de inmediato su firme oposición y ha exigido a México que ajuste o retire la medida, advirtiendo que, de lo contrario, adoptará contramedidas.

Conviene subrayar que China ha utilizado deliberadamente el término «contramedidas», y no «medidas de represalia», lo que deja margen para la reconsideración por parte mexicana. Comprender este matiz resulta clave.

El 9 de septiembre, México dio a conocer una propuesta de reforma arancelaria dirigida a países con los que no mantiene acuerdos de libre comercio, entre ellos China. Tras una evaluación, el 25 de septiembre el Ministerio de Comercio de China anunció el inicio de una investigación sobre barreras al comercio y la inversión relacionadas con dichas medidas. Se trata de la primera vez que el país asiático inicia una investigación de este tipo de manera independiente, lo que refleja el carácter claramente discriminatorio de la propuesta mexicana.

Posteriormente, México ajustó parcialmente su propuesta inicial. La versión final redujo los aumentos arancelarios en sectores clave como las autopartes, los productos industriales ligeros y los textiles. Esto indica un reconocimiento parcial del problema, aunque sin una rectificación de fondo.

La raíz de la cuestión quedó reflejada en una frase citada por la parte china en septiembre: «Los intereses de terceros nunca deben sacrificarse debido a la coacción de otros». ¿Quién es ese tercero? Tras la aprobación de la medida, el asesor comercial estadounidense Peter Navarro celebró la decisión mexicana como un hito en la reconfiguración del orden comercial mundial impulsada por Estados Unidos. El contexto es claro: la próxima revisión del T-MEC en 2026 y la presión de Washington para que México se alinee con su política hacia China.

Sin embargo, México es plenamente consciente de la importancia de su cooperación económica con China, un proveedor clave de componentes automotrices y el principal origen de importaciones para los sectores textil y de la confección. Además, la cooperación en ámbitos como los vehículos eléctricos y las baterías ofrece oportunidades cruciales de inversión, empleo y transferencia tecnológica. La propia industria mexicana ha advertido que los aranceles elevarían los costes, alimentarían la inflación y aumentarían la incertidumbre económica.

China dispone de un amplio conjunto de instrumentos para responder, desde investigaciones comerciales hasta acciones en el marco de la OMC. No obstante, Beijing no ha cerrado la puerta a la cooperación. La clave está en que México evalúe cuidadosamente los costes, los riesgos y las perspectivas de desarrollo a largo plazo.

Los aranceles no son la solución. La cooperación y la consulta sí lo son. –sn–

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