Mensaje urgente: Debido a los recientes hechos, me quedé sin teléfono celular. Cuando obtenga otro se los haré saber de inmediato.
Por José Víctor Rodríguez | Reportero
Las lesiones son menores pero ya fueron atendidas en un hospital privado; lo que me permitirá destinar lo que resta del día para interponer la denuncia penal correspondiente, ya que esta madrugada no pude hacerlo porque «tenían mucho trabajo».
Los hechos
La madrugada de lunes viajaba de Zumpango a la capital del país y fui obligado por un supuesto reten de integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Guardia Nacional en detener mi viaje.
Antes de llegar, recibí un ataque cuando diversas personas dispararon sus armas de fuego hacía mí. Perdí el equilibrio de la moto y derrapé.
Con la estructura de una camioneta estacionada de la supuesta Guardia Nacional me cubrí de los disparos, hasta que uno de los jefes -muy amable-, me tomó de los cabellos y me arrastró hasta una zona donde había luz.
- ¿Qué hace aquí?,
- ¿Aquí va a ver?,
- ¿A qué se dedica?
- Identifiquese.
El jefe supuesto militar, vestido con prendas verde olivo y con armas de fuego, llamó mi atención porque traía, a manera de mascota, un cerdo de mediano tamaño. El jefe canino llegó hasta otro militar que descansaba en una hamaca.
De regreso hacia mí, y con su peculiar amabilidad, le pidió a uno de sus compañeros que me pusiera en cuclillas. Para lograr la acción de inmediato hizo una señal y otro uniformado me golpeó con un bate en el estómago.
Caí de inmediato y de cuclillas me puse, me quitaron todo lo que traía en mi ropa, me ataron las manos y colocaron una cartulina a mi lado.
Otra señal hizo el «jefe» militar; y de manera inmediata con machete en mano desprendió la cabeza del animal. El grito fue inmenso en medio de la nada.
Otro tomó de la cabellera al animal y lo colocó encima de la cartulina. De repente alguien me dio un golpe en la cabeza, pegué en el piso y quedé inconsciente.
Desperté al interior de una camioneta, me dijeron que eran vecinos del lugar a quienes les pidieron llevarme al hospital privado de Tizayuca.
Allí, ya esperaban dos guardias nacionales que me negaron la entrada porque afirmaron que el hospital era de maternidad, pero el anuncio decía «Hospital general».
Otra persona en el lugar decidió llevarme a la ciudad de México de inmediato. Me dejó en un hospital ubicado en Periférico en la capital del país.
Lunes
Por la noche-madrugada intenté presentara la denuncia correspondiente, pero no lo logré. Los empleados me dijeron que tenian exceso de trabajo, que volviera al otro día.
Autoridades
He tratado de hacer una cita con el gobernador Alfredo del Mazo Maza, ya que el supuesto líder de la «Familia Michoacana» me pidió que le diera un mensaje. Como garantía don Nazario -que así se identificó- me mostró una serie de fotografías donde quedó claro que me han estado siguiendo desde hace tiempo.
Conocen dónde vivo; a quién frecuento; que hago profesionalmente; quienes son mis amistades, quienes no lo son; en qué me distraigo.
Por este motivo, le he solicitado al titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López Hérnandez; y al subsecretario Alejandro Encinas, consideren unirme de nueva cuenta al Mecanismo de Protección a Periodistas y defensores de Derechos Humanos donde hace un par de meses me expulsaron, según por falta de recursos económicos.
Organizaciones y apoyo
Lamento, que siendo parte ativo del Centro de Derechos Humanos «Zeferino Ladrillero» –inlcuso su fundador- no reciba su compañía moral, de camaradas y legal, ya que llevo meses sin que me contesten una llamada telefónica.
Lo que si reconozco -y agradezco con mucho amor, a a tantas y tantas organizaciones de la sociedad civil que se han sumado para evitar que este tipo de atropellos continúen contra de los comunicadores; entre muchos más, Amnistía Internacional, Artículo 19, Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Grupo Interdisiplinario de Derechos Humanos, Justicia Transversal Mexicano; los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá, Israel y la delegación Europea.
No omito en aclarar, que pongo en las manos del Estado mexicano mi vida, ya que ellos son los responsables de garatizar la vida de las personas, la libertad de prensa y de expresión. –sn–
