Instituciones mexicanas enfrentan abandono escolar y retos de captación. Desafíos post-pandemia en educación.
Por Gabriela Díaz | Reportera
En un entorno educativo post-pandemia, las escuelas mexicanas enfrentaron la creciente incertidumbre en la captación de alumnos y altos niveles de abandono escolar. Expertos señalaron que los métodos tradicionales de admisión, basados únicamente en exámenes de conocimientos, ya no predecían con certeza la permanencia de los estudiantes. La transformación de modelos pedagógicos y la brecha educativa incrementaron la presión sobre colegios privados y universidades.
Los datos recientes del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) evidenciaron que solo 46 de cada 100 alumnos que ingresan a primaria logran concluir el bachillerato. Esta eficiencia terminal reducida representa un problema financiero y operativo significativo para las instituciones educativas. Las universidades y colegios privados reportaron disminuciones anuales en su matrícula, afectando su estabilidad económica y planificación académica.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) informó que el abandono en Educación Media Superior históricamente supera el 10 por ciento. La causa principal identificada fue la falta de alineación entre el perfil del estudiante y los modelos educativos de la institución. Esta situación generó riesgos de deserción desde el primer año de ingreso, afectando la continuidad de los estudios.
Errores en procesos de admisión
Las instituciones cometieron errores al realizar procesos de admisión “a ciegas”, centrados en cubrir cupos sin evaluar habilidades socioemocionales. Ignoraron competencias como resiliencia, hábitos de estudio y adaptación al entorno educativo. Esta estrategia contribuyó a la inestabilidad de la matrícula y a la pérdida de inversión en captación estudiantil.
Los alumnos admitidos sin análisis integral del perfil presentaron mayor riesgo de abandonar el colegio en el primer año. La deserción impactó la planificación financiera y académica de las instituciones. Los estudiantes afectados también perdieron tiempo crucial en su formación académica y personal.
El desconocimiento de las capacidades y fortalezas de los estudiantes generó ineficiencia en la gestión educativa. Las instituciones enfrentaron mayores costos operativos por la reincorporación de nuevos alumnos y reprogramación de grupos. La combinación de factores académicos y socioemocionales demostró la necesidad de cambiar el enfoque de admisión. –sn–


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